martes, 7 de junio de 2011

El llanto del Atardecer. Capítulo 9: La última carrera


Capítulo 9: LA ÚLTIMA CARRERA

Poco tardaron en encontrar el cuerpo sin vida de Ray, tirado en el banco como un simple papel arrugado. La voz corrió por toda la ciudad. La noticia salió en todos los periódicos y en algunos canales de televisión.
- ¿Quién habrá podido hacer algo así?- decía Richard en las puertas de comisaría.
- Solo hay una persona.- dijo seriamente Alan.- ¿Aún no sabes quién es?
Richard pronunció las primeras sílabas de su respuesta, pero fue interrumpido por su amigo.
- Brenda no es una chica cualquiera.
- ¿Qué no?
- No. Ahora todo gira alrededor de Bianca, ella quiere destruirnos. Brenda es solo un objeto de mi hermana y Ray ha sido la primera víctima.
- ¿Qué te hace pensar eso?
- Esta mañana, al amanecer, investigué lo sucedido. Fui a comisaría e intenté buscar documentos de esa chica por si había algún crimen que la nombrase. Había muchas chicas llamadas Brenda pero sus fotos no correspondían. Después de buscar y buscar, encontré su foto en un documento de asesinato de hace seis años. No se llamaba Brenda aquella chica que conquistó el corazón de Ray, sino Stephanie.
A Richard se le heló la sangre.
- Hay algo más gordo detrás de Stephanie, Bianca, Max y ese tipo del que habláis Verónica y tú, Dan. Lo presiento.
Alan desvió la mirada al cielo y tragó saliva.
- Tenemos que averiguar qué es.
- ¿Cómo?
- Hace algunos días, Rose me dijo que se uniría a Bianca para descifrar su pasado. Tengo miedo a perderla y quiero averiguar a lo que se enfrenta.
- Estamos juntos en esto.- dijo Richard abrazando a su amigo.- Pararemos los pies a Bianca y a toda su gente.

*

El Sol brillaba en ‘Blue Possy’ como un talismán de cristal. Todo estaba preparado para la gran carrera de coches, la revancha que Andrés esperaba hacer a Paul McCar. Antes de que el tiro de salida acompañase al cielo, McCar se retiró a una caseta que había entre algunas furgonetas del aparcamiento. Nervioso y solo, entró en la caseta.
- Bueno, Paul, ya sabes lo que tienes que hacer, ¿no?
- Sí…sé lo que tengo que hacer, Giovanni.
Giovanni, el traficante más buscado de Washington D.C, estaba allí. Sofocado y sudando chorros de sangre, Paul McCar salió de la caseta y se dirigió al coche con el cuál Andrés iba a participa en la carrera. Cogió una llave que Giovanni le había dado horas antes y abrió el vehículo. Bloqueó el volante y los frenos y cerró de un portazo. Comprobó que nadie lo había visto y se marchó a la pista de carreras. Andrés le lanzó una mirada de odio a la vez que iba a por su coche. McCar, con la mente en el desastre que iba a presenciar, fue a por su vehículo y se colocó en la salida. Andrés hizo lo mismo.
- ¡Qué gane el mejor, pardillo!- gritó McCar riéndose de su rival.
- Suerte, la vas a necesitar.- concluyó el joven miembro de la Black Faith.
Sonó el tiro de salida y los dos coches barrieron la salida. La velocidad con la que habían salido hacia la victoria era increíble. De pronto, Andrés sintió que el volante fallaba. No le preocupó. Su orgullo le importaba más y se concentró en ganar la carrera. En un abrir y cerrar de ojos, el volante dejó de funcionar. Andrés pensó que si no hacía algo, se estrellaría. El coche había perdido el control y ahora el chico iba en zigzag. Paul se acercó al vehículo loco con cuidado y se burló de su rival.
- ¡He bloqueado el volante y los frenos, pardillo! Ya sabes, no me gusta jugar limpio y además, necesito el dinero que me va a dar mi jefe por este trabajillo. ¡Órdenes de Giovanni!
Tres minutos después, el coche reventó contra una valla de madera. Ardió y explotó. La siguiente vez que Andrés abrió los ojos fue en el hospital. Bianca estaba con él.
- Las cosas de la vida, Andrés…
- Te he fallado, Bianca. No podré seguir con nuestro plan de acabar con Rose…
Bianca acarició a su compañero.
- No ha sido culpa tuya…ha sido un accidente…
- No, no ha sido un accidente…
La chica apartó la mano de la cara de Andrés y lo miró fijamente.
- ¿Quién fue?
Andrés empezó a toser y a vomitar. Los ojos se les volvieron rojos y la cara pálida.
- P…P…Paul…
- ¿Paul? ¿Paul McCar?
- Bajo…las órdenes…- pronunciaba el chico con agonía.
- ¿QUÉ? ¿QUÉ INTENTAS DECIR?
Andrés cogió la mano de Bianca y fuertemente la apretó.
- Bajo…las órdenes…de…- continuaba el chico.- de Giovanni… ¡Giovanni!
La sangre de Bianca se heló. Apartó la mano y se marchó de la habitación furiosa y con la sangre hirviendo de rabia e impotencia. Cargó la pistola y la escondió bajo la manga. Cuando Carl entró en la habitación, Andrés ya había dejado este mundo. Se acercó a su compañero y observó que una lágrima aún húmeda mojaba la cara del cadáver. Había muerto solo.
- Descansa en paz.- sentenció Carl cerrándole los ojos y marchándose del cuarto. El doctor y las enfermeras llegaron poco después.

*

Bianca caminaba a todo gas por la calle y con la pistola preparada para matar. Solo se dirigía a un sitio: el escondite de Giovanni. Acabaría con él por venganza. Llegó al edificio medio destruido y zarandeó la puerta. Se vino abajo. Tenía suerte, Giovanni estaba solo. La miró fijamente, sacando su arma.
- Sabía que vendrías…Bianca.
- ¿Por qué has matado a Andrés? ¡Ya basta, Giovanni!
- Supongo que todos tenemos deseos. El mío es acabar con la Black Faith.
- Él no te hizo nada. ¡Soy yo! ¿Por qué no me has matado a mí?
- Sencillo.- continuó Giovanni.- Quiero que te quedes sola para que mueras de la forma más humillante.
- ¡No tienes derecho, Giovanni!- gritó la chica levantando el arma.
- Sí lo tengo, preciosa.- sentenció el mafioso apuntando a Bianca con su pistola.
Al silencio no le dio tiempo a respirar. Ambos dispararon. Bianca cayó al suelo, herida en un brazo. La sangre, roja como el carmín, adornaba toda la parte izquierda de la joven asesina. Por el contrario, Giovanni había recibido un tiro en la cabeza y estaba muerto.
<<Nos veremos en el infierno, maldito perro. >> maldijo Bianca.

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