martes, 21 de agosto de 2012

Hotel 666: La maldición de la familia Benoit (Cap.5)


CAPÍTULO 5
GABRIELLE

El diario fue el tema de conversación durante los días siguientes. Todos tenían las palabras 'Marco', 'Di Leandro', 'Gabrielle' y 'Jonah' en sus bocas. Casi un millón de veces se pasaron las páginas de dicho librito en manos de todos los residentes de la casa, con ojos llenos de curiosidad y a la vez miedo. Durante el almuerzo se vivió un ambiente tenso, con preguntas sin respuestas rondando en las cabezas de todos. El silencio se hizo protagonista mientras los chicos comían. 
- Así que Gabrielle es la esposa de Marco.- se atrevió a decir Miguel.
- Exacto.- afirmó Ariadna.- La señora Di Leandro.
- El herrero acaba las páginas nombrando a una tal Mary Jeth. Seguramente esa fue su amante.- dijo Lionel pensativo.
- Vaya.- rió Kasha.- Gabrielle no es la única cornuda que conozco...
Miró a Ariadna con una sonrisa maléfica. Ésta ardió en llamas. Deseaba levantarse de su asiento y estrangular a Kasha, pero por educación y por temor a que la mataran a ella después, se estuvo quieta, contemplando a su rival con ojos llenos de rabia y odio. Pablo miró a la chica por momentos, preocupado por su alusión.
- Hay una pieza que no encaja.- dijo Gabriel, confuso.- Marco fabricó el fénix. Si él, su esposa y su hijo murieron al no recibir la inmortalidad, ¿cómo es que el diario ha llegado hasta vuestra biblioteca? ¿y por qué Di Leandro no sabía la contraseña que protegía al fénix si él mismo lo fabricó? Oh, mi cabeza. He estado mucho tiempo pensando...
- Es un completo enigma.- dijo Pablo rascándose la cabeza.
Cynthia observó como Dimitri jugaba con su hermana Doofy. Acto seguido, cogió el diario de una estantería cercana y lo llevó a la mesa, después de retirar las sobras de la comida.
- Mirad. Anoche estuve leyendo algo sobre Gabrielle. Si queremos hacer las cosas bien, debemos empezar por el principio.
- Tu esposa tiene razón, Lionel.- dijo Marilin con un tono de misterio.- Debemos tomarnos esto con calma y tiempo.
- No todo es tan fácil.- dijo Gabriel levantándose y mirando por la gran ventana del salón.- Tiempo es precisamente lo que nos falta. Y una buena dosis nos vendría de perlas. El Ejército de los Infiernos se acerca, Marilin. Se acerca...rápido.
Damian apartó la mirada de Gabriel y con la mirada perdida contestó a Gabriel:
- Deja que mi madre lea la historia de Gabrielle. Si malgastamos el tiempo que tenemos en discursos como el tuyo, seguro que Cazarel acabará con nosotros antes de que puedas decir 'Benoit'.
Gabriel miró al chico con desesperación, y acto seguido ignoró sus palabras. Cynthia se sentó en el asiento más cercano a Lionel y empezó a leer en voz alta, ante la mirada curiosa de todos.
''Gabrielle, dulce nombre para dulce dama. Tan bella como las flores en primavera, y tan luminosa como los copos de nieve del frío invierno. Es una perla debajo del mar, es el mismo Sol convertido en mujer. Es la mujer que siempre quise amar, y ahora estoy amando y protegiendo. La conocí un día en casa de unos amigos. Ella vestía una tímida falda. Nuestros padres llegaron a un acuerdo, y nos casamos en la primavera siguiente. Ella también me amaba, como los gorriones en otoño. Éramos dos aves en busca de la felicidad, en busca del amor, y lo conseguimos encontrar. Se convirtió en mi reina, y yo en su rey. Poco a poco se convirtió en mi Sol, en mi Luna y en mis estrellas. Estrellas que alumbrarían por siempre mi corazón celestial.''
- Vaya...- dijo Kasha.- Ese hombre debía de amar mucho a su mujer para escribir tales palabras.
- Está claro.- afirmó Cynthia.- Gabrielle y Marco se amaban como nunca...
- Tampoco da esto mucha información sobre el fénix.- interrumpió Gabriel.
- Paciencia, Gabriel.- le respondió Marilin con una sonrisa.
Gabriel volvió a mirar por la ventana, escaso de esperanzas.

*

Aquella noche, Ariadna se fue a dormir pronto. Estar espiando a Kasha y Pablo todo el día agotaba demasiado. Sus lágrimas de preocupación surcaban su rostro, al saber que su mayor rival y su chico pasaban la mayoría del día juntos, o en la biblioteca o en el jardín. Su llanto fue interrumpido por otro más intenso, que provenía de la habitación de al lado. Los demás estaban abajo, en el salón. Ella era la única que estaba en los dormitorios. Decidió ir a la habitación de al lado para ver de donde provenía tal intenso llanto. Abrió la puerta con cuidado para no hacer ruido y se coló en la otra habitación. Silencio. De pronto, como si viniera de la nada, un resplandor blanco como la nieve le cegó. Intentó ocultarse en un armario, pero cayó al suelo de golpe. Tras unos segundos sin ver nada, el resplandor cesó, dejando ver una figura transparente que se asemejaba a una mujer con ropas típicas de la Edad Media y bañadas en sangre. La mujer flotaba en el aire. Ariadna no tardó en darse cuenta de que estaba frente a un fantasma. 
- ¿Quién eres tú...?- preguntó Ariadna, armada de valor.
La mujer espectro se acercó rápidamente al rostro de la chica, escupiendo luz por su boca mientras gesticulaba. 
- Dame lo que me pertenece, ¡ahora!
- ¿Qué es lo que te pertenece? ¿El fénix?
La mujer rió. Acarició la cara de la chica. Ariadna sintió un escalofrío en su rostro, como si mil icebergs rozaran la superficie de éste. 
- EL DIARIO DE MI MARIDO.
- ¿Eres...?
- Sí, soy Gabrielle Di Leandro. ¡Y ahora obedece!
- ¿Por qué quieres el diario? 
- Hay cierta información que no debes saber, moza. ¡QUE NO DEBE SABER NADIE!
- ¡NO TE LO DARÉ!
La voz de Gabrielle retumbaba por toda la casa. Los demás no tardaron en subir. Pero ya era demasiado tarde. Ariadna había desaparecido y no había nadie en ninguno de los dormitorios. Pablo cayó al suelo, lamentándose y llamando varias veces a Ariadna, sin obtener respuesta. Gabriel y Lionel se dirigieron inmediatamente a la habitación del fénix de plata. Allí temieron lo peor. Encontraron a Ariadna atada al pedestal que sostenía la caja del fénix. Estaba magullada, como si alguien la hubiera arrastrado por toda la casa. Pablo y los demás no tardaron en llegar. Kasha se quedó quieta, mientras que Pablo se abalanzaba sobre Ariadna y derramaba lágrimas de compasión. La chica apenas se movía y casi no podía ni hablar ni abrir los ojos.
- ¿Qué te han hecho?- preguntó Pablo entre lágrimas.
Un resplandor blanco y potente inundó la sala. Cuando terminó, los chicos pudieron ver a Gabrielle, posada sobre la caja del fénix, riendo a carcajadas.
- DEVOLVEDME EL DIARIO.
- Es...es...¡GABRIELLE!- exclamó Gabriel con ojos como platos. 
- Te lo daremos con dos condiciones.- se atrevió a decir Lionel.
Gabrielle miró a todos lanzando odio y rabia.
- CUALES.- bramó el fantasma.
- La primera, dejar suelta a Ariadna. La segunda, responderme a una pregunta.- continuó Lionel.
Gabrielle chasqueó los dedos y Ariadna quedó liberada de las cuerdas que la aprisionaban.
- HABLA.- gritó Gabrielle acercándose a Lionel, que reía.
- ¿Cuál es la contraseña del fénix de plata?- preguntó Lionel. Gabrielle quedó pensativa.
- ¿Crees que si lo hubiera sabido, hubiera muerto aquel día con mi marido y mi hijo?
- Eres un fantasma. Has permanecido así hasta hoy, y sabes muchas cosas del pasado. Responde, sabes la verdad.- insistió Lionel.
- Primero el diario.
Lionel, percatándose de las intenciones de Gabrielle, le dio el diario sonriendo. Acto seguido, el fantasma desapareció tras un resplandor gigante. 
- ¡QUÉ HAS HECHO!- bramó Gabriel.
- Tranquilo, sólo es un libro de la biblioteca. El verdadero diario de Di Leandro está en mi habitación...Gabrielle sabe algo y no nos lo ha querido contar, principalmente porque su marido ocultaba algo. Y ese algo está en el diario. 
- Me he leído el diario entero y no aparece nada raro.- dijo Miguel extrañado.
- Quizás porque el contenido oculto esté precisamente oculto.

Hotel 666: La maldición de la familia Benoit (Cap.6)


CAPÍTULO 6
EL RETORNO DE CAZAREL

La gran mansión de los Benoit parecía haber quedado paralizada entre el miedo y la confusión. El simple hecho de que pudiera aparecer hojas invisibles en el diario le mordía la conciencia a Ariadna y a los demás chicos. ¿Cómo podrían saber si esas páginas estarían ocultas o no? Ni ella ni Pablo ni los demás tenían poderes mágicos. Sólo la familia Benoit tenían tales habilidades, y ni siquiera saben que hacer. Un mar de desesperación se poso sobre el alma de cada uno de ellos. Mil veces releyeron el diario, una y otra vez. No aparecía ningún hechizo para romper el encantamiento de la supuesta tinta invisible de las páginas. Lionel observó las últimas páginas del diario. Realmente parecía que las letras estaban ocultas. Harto de esperar, decidió probar con alguno de sus poderes. No dio resultado.
- Es raro que Di Leandro no escribiera en algún lado la respuesta a su secreto.- comentó Miguel con los ojos pegados al diario.
- Quizás por eso sean secretos...- añadió Marilin mirándole con un gesto alegre. Los chicos cruzaron sus miradas a tal punto que no se dieron cuenta de que estaban los demás a su alrededor. Lionel los miró embobados, apartando la mirada del diario.
Como si el silencio del salón estuviera sentenciado a romperse, Gabriel entró rápidamente en la habitación, alarmando a todo ser que habitaba en ella. Los chicos y la familia Benoit nunca habían visto antes la reacción de Gabriel al entrar. Estaba pálido, casi blanco. En sus manos quedaban restos de luz. Ariadna llegó a la conclusión de que había usado sus poderes recientemente. Lionel le preguntó qué le pasaba, pero el arcángel estaba mudo. Cuando por fin consiguió hablar, soltó un 'Venid, rápido', lo que hizo que todos le siguieran a una velocidad increíble, presagiando algo malo.
Gabriel los condució hacia la habitación del fénix. Un resplandor rojo fuerte apareció dentro. Lionel ordenó a Cynthia que se llevara a los dormitorios a los niños. Damian se adelantó, pero Gabriel le cortó el paso. 
- Esto es peligroso...
- No soy un niño, para tu información.
Gabriel dirigió su mirada hacia Ariadna y los demás chicos.
- Cazarel ha vuelto. Mantened la guardia.
Gabriel entró acompañado de Lionel, manteniendo la tranquilidad, pero a la vez sudando. Dos gritos suyos hicieron que el resto entrara con cautela. Los chicos encontraron a la figura que Ariadna había visto días antes. Estaba delante del fénix. Esta vez, la figura iba formándose poco a poco, hasta parecer una mezcla de humano y bestia con cuernos. Vestía ropas rasgadas y negras. Sus ojos eran la vil imagen del terror y su cola era tres veces sus dedos de las manos, afilados como cuchillas. Era una bestia horripilante. De su espalda sobresalían quince cuernos no muy grandes, que llegaban casi al techo. La bestia bramó, lo que hizo temblar la habitación. Su grito se asemejaba al lamento de la muerte. Era Cazarel.
- ¿Osáis retar a mi señor? ¡Seréis castigados por ello!- dijo la demoníaca bestia levantando sus afiladas zarpas. 
- ¡No conseguirás robar el fénix! ¡No lo permitiré!- dijo Gabriel haciendo que un haz de luz apareciera en la palma de su mano. El haz dio paso a una espada larga y brillante, la espada celestial, la misma espada que empuñó Ariadna al derrotar a Abrahel.
- ¿Vas a acabar conmigo con eso?- gritó el monstruo.- Conozco mejores armas para hacerme cosquillas.
Lionel y Damian se colocaron donde estaba Gabriel. Estaban dispuestos a ayudarle.
- El Ejército de los Infiernos está cerca...vamos a por ti, Gabriel. ¡Y a por toda tu panda de desgraciados!
- ¡Silencio!- bramó Gabriel.- ¡Fuisteis vosotros los que quedasteis cegados de ambición y poder! ¡Acarread las consecuencias! ¡No habrá inmortalidad a los faltos de humildad!
- Tus palabras solo escupen veneno angelical...- rió la bestia pasándose las garras por su abultado pecho marrón oscuro.- Seguro que dentro de unas horas volverás a tu asqueroso mundo llorando por haber sido derrotado por el gran Cazarel.
- Esto se acaba aquí, Cazarel.- sentenció Gabriel empuñando la espada.
- Ni lo sueñes, viejo amigo.- afirmó la bestia.
Gabriel se adelantó hacia donde estaba su enemigo y saltó en el aire, moviendo la espada para conseguir que Cazarel perdiera la mirada en ella. Acto seguido, la bestia hirió al ángel en la espalda tras darle un zarpazo. Gabriel cayó al suelo tras un resplandor de luz, pero no tardó en levantarse. Las heridas de su espalda comenzaron a sanarse como si nada y las cicatrices se convirtieron en el nacimiento de dos alas que poco a poco empezaron a emerger del interior del arcángel. Las alas, blancas como la nieve, envolvieron a Gabriel antes de que éste pudiera recibir otro zarpazo de su rival. Lionel y Damian intentaban sin éxito lanzar bolas de luz a Cazarel. La bestia se las devolvía con más energía. 
Miguel intentó proteger el fénix, pero Cazarel lo vio y le propinó una patada en la cabeza. Miguel se estrelló contra la pared tras un fuerte estruendo y un río de sangre a sus pies. Sus ojos empezaron a sollozar en silencio, mientras Marilin acudía en su ayuda. La habitación se paralizó. Miguel intentó reincorporarse con ayuda de Marilin, y lo consiguió tras mucho esfuerzo. Cazarel miró a su alrededor y viéndose acorralado, atravesó la pared y huyó por la casa. Gabriel, Damian y Lionel corrieron tras él. El monstruo se paró finalmente en el jardín. Los demás llegaron después, ya que Miguel estaba débil y necesitaba descansar. Gabriel ordenó a la chica que llevar a Miguel a la habitación para que estuviera a salvo.
Marilin se retiró a las espaldas de Cazarel, que parecía la bestia más furiosa del planeta. Desesperado, creó con ayuda de sus zarpas una bola de fuego, que lanzó a Gabriel con la potencia de mil toros. Gabriel utilizó su espada para hacer rebotar la bola, que fue a Miguel y Marilin, que cayeron al suelo heridos. Marilin observó como Miguel se retorcía de dolor. Pablo, Ariadna y Kasha acudieron en su ayuda. Marilin, a duras penas, consiguió llegar a donde estaba Miguel y se abrazó a él. Moribundo, Miguel miró a la chica con dolor y agonía.
- No te mueras, Miguel...no te mueras.
Gabriel consiguió ahuyentar a Cazarel con la espada celestial, la cual le hirió en los brazos. La bestia se esfumó tras una nube espesa de polvo granate. Lionel, Damian y el arcángel corrieron rápidamente a auxiliar a los demás. Miguel estaba empapado en sangre, al igual que Marilin.
- No te mueras...- insistía la chica, llorando sin parar.
- No creo que...dure...mucho...- dijo Miguel con la voz cortada por la sangre.
- ¡No puedes morir! ¡NO PUEDES! ¡NO TIENES LA CULPA!
Marilin posó su cabeza sobre el pecho de Miguel, bañado en sangre.
- No voy a soportar perderte...- dijo Marilin a duras penas.
- Tranquila, Marilin...- dijo Miguel sintiendo como su corazón se apagaba.- Me llevarás ahí siempre...
Marilin se acercó a los labios de Miguel.
- Te quiero...- añadió el chico.- Y perdón por no haber tenido el valor de decírtelo.
- Yo también.- afirmó Marilin sonriendo y llorando a la vez.- Sabes bien que no tengo nada que perdonar...
Miguel contempló a Marilin por última vez, y después expiró. Los gritos de Marilin envolvieron la mansión por todas partes. Ariadna apartó a Marilin del cuerpo inerte de su amigo. 
- Vamos, ya no podemos hacer nada...
Pablo cerró los ojos sin luz de Miguel. 
- ¡JURO VENGARME! ¡JURO VENGARME!- bramaba Marilin mientras Ariadna la sostenía para que no se abalanzara sobre el cadáver.- ¡POR TI, Y POR NOSOTROS!

Hotel 666: La maldición de la familia Benoit (Cap.4)


CAPÍTULO 4
EL DIARIO OCULTO

Gabriel había vuelto y la familia Benoit, los chicos y el fénix de plata gozaban de mucha más protección. Lionel y los demás se sorprendieron mucho cuando Ariadna relató los hechos ocurridos en el pasillo. Decidió hechizar la mansión con escudos de protección para que si entrase un intruso, estuvieran avisados en todas partes de la casa. 
- Debe estar bien eso de tener poderes...- le dijo Marilin a Lionel mientras éste protegía el jardín.
- No es tan bueno, créeme. Es demasiada responsabilidad. Vives con demasiado miedo...
- ¿Miedo? ¿A qué debes temer si tienes fuerza para eso?
- A lo que pueda decir la gente. Recuerda que para el resto de las personas, la leyenda de Satanás es sólo un cuento. Ellos no creen en mí, en que yo tenga poderes. Y eso tiene un nombre para ellos: locos
- Tienes razón. Sólo te creerán si te ven...- dijo Marilin preocupada.
- Escúchame, Marilin. Las culturas de las distintas regiones del globo no están ahí porque sí. Los cuentos que se cuentan en todo el mundo no son simple invención. Tienen parte de verdad, pero parece ser que diversos sectores de la sociedad se han encargado de que no salga a la luz. Por eso mi familia y yo vivimos apartados del mundo, porque queremos ser nosotros mismos...
Marilin miró a Miguel, que estaba jugando con Doofy y Dimitri en el jardín. Lionel se percató que la chica lo miraba de una forma especial, con brillo en los ojos.
- Sólo sobreviven los más valientes, Marilin. Acuérdate siempre.
- Quizás valentía y fuerza de voluntad es lo que me falte...
- Nunca es tarde para empezar una nueva era. Una nueva era en la que seas tu misma, con tu corazón y tus sentimientos.
Marilin volvió a mirar a Miguel, que esta vez se tiró al suelo y cogió a Doofy en brazos. Dimitri los observaba celoso.
- ¿Él lo sabe?- preguntó Lionel con curiosidad.
- No, nadie lo sabe. Excepto tú. Tu forma de ver la vida, tu verdadera pasión por ser tu mismo sin esconderte de tus verdaderos sentimientos...
- No temas a la verdad. No renuncies a lo que verdaderamente quieres.
Lionel le sonrió. Parecía que Marilin necesitaba esa ayuda psicológica para aclarar sus sentimientos. Gabriel apareció a las espaldas de Lionel. Iba con prisa.
- Iré a la habitación del fénix. Quiero comprobar que todo esté bien. ¿Me acompañas, Lionel?
- Claro, Gabriel. Vamos.- Y dejando sus manos caer tras terminar el hechizo, Lionel le guiñó un ojo a Marilin y le susurró un ''La vida es demasiado corta, así que, aprovéchala al máximo''. Acto seguido, se marchó con Gabriel a la habitación del fénix de plata. Miguel seguía jugando con los niños ante la mirada de desesperación de su amiga Marilin, que lo observaba con el corazón abierto. Tras unos segundos más dándole vueltas al asunto, se fue decepcionada consigo misma. 

*

Durante el almuerzo, Gabriel le contó a los chicos que había recorrido mucho mundo durante meses atrás, después de derrotar a Abrahel. Ariadna y Pablo se quedaron boquiabiertos. Las palabras de Gabriel asombraban a cualquier ser vivo que pudiera oírlas. También les habló a los chicos del ejército de los cielos.
- ¿El ejército de los cielos?- preguntó Miguel extrañado.
- No pensarás que solo existe el de íncubos y súcubos. Los ángeles también tenemos nuestro honor.- dijo Gabriel sonriéndole.
- Exacto.- matizó Lionel.- El ejército de los cielos es inmenso. La verdad es que nunca he visto nada más maravilloso.
Los chicos miraron a Gabriel y Lionel con ojos llenos de confusión.
- Lionel, creo que es hora de que sepan lo que pasó.
Ariadna dejó de comer. Se hizo el silencio.
- Chicos.- prosiguió Gabriel.- El mundo que conocéis no es el único que existe. Al principio de todo, existían las tinieblas, y a partir de ahí, se crearon tres mundo. El primero fue el de todos los seres humanos, animales y plantas. El segundo fue el Infierno, un lugar terrible donde se acumularon los más funestos planes de la Creación. El mejor de todos los mundos era el tercero, que fue llamado el Reino Celestial por aquellos que lo habitaban, los ángeles. Durante mucho tiempo, en el mundo de los humanos se ha planteado la posibilidad de que existan dichos mundos, pero la gente parecía ignorar el tema. Sólo ángeles y habitantes del Infierno, íncubos y súcubos, dirigidos por Satanás, su líder, recibieron de la Creación los poderes suficientes para mantener el orden. Pero los demonios perdieron el sentido de la tolerancia y la prudencia y se saltaron las normas, provocando el caos y haciendo crecer su avaricia por conquistar los demás mundos. La primera manifestación general de aquel desastre fue hace algunos meses, cuando Abrahel y Baphomet intentaron un golpe contra este mundo, pero fuisteis vosotros los que salvasteis vuestra humanidad. Ahora, han decidido volver y pretenden...
Damian parecía quejarse.
- Pretenden destruirnos.
- A través de Cazarel, el único de los tres que quedó vivo.- continuó Damian.
- Satanás quiere el fénix para resucitar a los dos restantes, Abrahel y Baphomet.- prosiguió Gabriel haciendo una mueca de molestia.
- No lo conseguirá. Nosotros lo impediremos.- dijo Pablo armándose de valor.
- Confío en vosotros y en esta familia. Sé que podemos hacerlo.

La tarde después del almuerzo, Dimitri salió a jugar con el balón de fútbol. Miguel decidió acompañarlo, pues quería poner a prueba sus habilidades con él. Marilin, con la excusa de ser buena en el fútbol, decidió jugar con ellos. La sorpresa fue cuando Dimitri ganó tres veces seguidas a los chicos. Éstos quedaron exhaustos.
- Ag, los críos siempre serán más buenos que yo en este maldito deporte.- dijo con una sonrisa Marilin.
- A mi me pasa igual. Es horroroso.- dijo Miguel mirando de reojo a Dimitri.
- Está bien.- dijo Dimitri un poco preocupado.- Sabéis perder con valentía. Así que os enseñaré un secreto.
- ¿Un secreto?- enfatizó Marilin mirando al niño con una cara graciosa.
- Sí, mirad.- afirmó Dimitri sacándose un pequeño diario del enorme bolsillo que su pantalón poseía.- Es un librito, aunque no lo he leído...
- ¿Me dejas mirar?- preguntó Miguel intentando convencer a Dimitri.
- Claro.- dijo Dimitri sonriéndole.- Lo encontré en la biblioteca mientras buscaba libros de aventuras. Supongo que se debe de haber caído. Me pareció curioso por su forma, y me lo llevé.
Miguel leyó la tapa del libro y se quedó petrificado. Acto después, se lo enseñó a Marilin. En la cubierta ponía: ''Propiedad de Marco Di Leandro. Guía para saber utilizar el fénix de plata con humildad''.
Sin dudarlo ni un segundo, los chicos y Dimitri le llevaron el libro a Gabriel de inmediato. Lo encontraron en su habitación, mirando por la ventana. Quizás echaba de menos su hogar.
- ¡Gabriel!- gritó Marilin al entrar en la habitación.
- Hola, Marilin, Miguel, Dimitri. ¿Ocurre algo?
- Dimitri encontró esto en la biblioteca.- dijo Miguel entregándole el libro al arcángel.
Gabriel observó el título y lo analizó durante unos segundos.
- Es un diario.- dijo Gabriel casi sin hablar.- Es el diario del herrero que fabricó...
- ¡El fónix de plata!- gritó Dimitri con una sonrisa.
- Fénix.- corrigió Marilin acariciándole el pelo al niño.
- Informad a los demás.- dijo Gabriel con la mirada petrificada.- Leeré el diario y os contaré por la noche. Gracias.
Y con un cruce de miradas y sonrisas, dejaron a Gabriel solo. El resto del día hasta la noche fue muy agitado. Todos estaban impacientes a que Gabriel terminara de leer el diario de Di Leandro. A Lionel le preocupaba más que la protección del fénix hiciera efecto. Tras una larga espera, Gabriel por fin entró en el salón, donde todos estaban reunidos en silencio e impacientes.
- Marco, Gabrielle y Jonah.- pronunció Gabriel, cuidando sus palabras.
- ¿Marco, Gabrielle y Jonah?- repitió Ariadna, nerviosa.
- Los protagonistas de nuestra leyenda.- dijo Gabriel lanzando sobre la mesa el diario.

jueves, 16 de agosto de 2012

Hotel 666: La maldición de la familia Benoit (Cap.3)


CAPÍTULO 3
''EL LADRÓN''

Habían pasado tres días desde la llegada de los chicos a la mansión de los Benoit. No tardaron en adaptarse al increíble mundo de las mil y una habitaciones. La mansión era inmensa, pero más grandes eran aún las ganas de los chicos de proteger el fénix de plata. A veces, el aspecto lúgubre del servicio asustaba a Miguel, que se burlaba de Ordog constantemente. Pablo y Ariadna habían recuperado sus caricias y a la chica ya no le importaban las miradas de Kasha. Pero la paciencia le duró poco.
- ¡Vaya, Pablo!- exclamó Kasha acercándose al chico cuando caminaba a la biblioteca a informarse sobre el fénix de plata.
- Hola, Kasha, ¿qué tal?
- Me preguntaba si podría acompañarte a la biblioteca. Me interesa saber algo más de ese fénix. Me llamó la atención cuando te sorprendiste...
- Sí.- interrumpió Pablo.- Es un lujo que ese fénix apareciera aquí, en esta mansión. Se le necesita demasiado...para protegerlo.
- Tienes razón. ¿Vamos?- dio Kasha sonriéndole con una pizca de lujuria.
Pablo no se dio cuenta de que Ariadna venía detrás de él. Observó a su chico con una mirada de incomodidad y luego le cerró el paso. Kasha rió con una risita falsa y miró a Pablo como si tuviera ganas de pelea.
- Buenas tardes, Ariadna. ¿Querrías venir con nosotros a la biblio...?
- No, gracias.- zanjó Ariadna seria.- Prefiero salir a pasear al jardín. Por si veo algo raro.
Besó a Pablo dulcemente y se perdió en la oscuridad del pasillo que llevaba a la biblioteca. Kasha observó como giraba la esquina y la miraba con destellos de odio. Acto seguido, rió. Pablo se quedo petrificado, sintiendo todavía en sus labios el perfume de jazmín de su novia. Cuando recuperó su estado normal, miró a Kasha con una mueca de 'aquí no ha pasado nada'. La chica le respondió con una sonrisa. 
- Parece que tu chica está celosa, querido Romeo...- se atrevió a decir Kasha manteniendo la sonrisa. 
- Tonterías.- dijo Pablo haciéndose el loco.- ¡Sólo que no os conocéis lo suficiente para ser amigas! Venga...- se aclaró la garganta- ...vamos a la biblioteca. Se hace tarde. Son casi las nueve.

Empezaba a anochecer en la mansión de los Benoit. Kasha y Pablo estaban en la biblioteca, buscando en vano alguna información sobre el fénix de plata. Miguel y Marilin estaban contándole al resto de la familia sus aventuras de hace algunos años con Débora, Baphomet y los demás. Sólo Ariadna permanecía en los pasillos dando vueltas, como una mujer dolida errante. No podía evitar sentirse mal. Quería a Pablo como nadie había querido a otra persona jamás. Temía perderlo. En su cabeza rondaban mil posibilidades de que todo saliera mal. Su mentalidad pesimista ya se la había jugado varias veces. Intentó no pensar en la sonrisa de Kasha, pero se imaginó lo peor. Llorando de impotencia, y en silencio, se asumió más aún en la oscuridad de los laberínticos pasillos de la segunda planta.
- Tienes lo que quiero...
Ariadna se quedó parada unos segundos. Había escuchado una voz proveniente de la nada, pero no estaba segura. A lo mejor era el viento que susurraba en las ventanas. Aunque la voz parecía un silbido del mismo aire. 
- Entrégame la inmortalidad...
Ariadna pudo observar como sus piernas temblaban del miedo. Intentó conservar la calma, pero no pudo. Estaba demasiado nerviosa. Armándose de valor, intentó terminar el pasillo. Su terror aumentó aún más cuando observó que estaba delante de la puerta cerrada que contenía en su interior el fénix de plata. 
<<Quién me mandaría a mí a despertar en plena Transilvania una mañana en la mansión de unos locos...>>
Enseguida volvió a escuchar la voz aguda que provenía de la nada. Ariadna contempló a su alrededor, pero no había nadie. Todos estaban en el salón, excepto Pablo y Kasha, que seguían investigando en la biblioteca. 
- Estoy cerca de ti...muy cerca...no puedes escapar...
Ariadna corrió como nunca. Intentó llegar a la biblioteca, y a duras penas lo consiguió. Jadeando y con el corazón en un puño, llegó a donde estaban sentados Kasha y Pablo. Éstos la miraban exaltados. El gesto de preocupación en la cara de Pablo no tardó en aparecer. 
- ¿Ocurre algo, cariño?
- Voces...en la habitación del fénix de plata...voces en los pasillos...
Ariadna creyó volverse loca por momentos. Cuando no estaba nerviosa, estaba mirando a Kasha con rabia. Ésta no mostraba su inoportuna sonrisita esta vez.
- Hay alguien...aquí...hay alguien...quiere algo de mi...algo que yo tengo y que él quiere.
- Tranquilízate, Ariadna.- dijo Kasha.- Estar nerviosa no sirve para nada...
- Lo sé.- dijo Ariadna con un tono de voz brusco.- pero solo sé que si no vamos a ver, el fénix de plata desaparecerá en cuestión de segundos.
- Está bien protegido por un hechizo, cielo.- insistió Kasha.- Nadie puede robarlo.
- ¿Cómo puedes estar tan segura? ¡Cualquier cosa puede ser la contraseña a la ambición!
- Madre mía.- continuó Kasha.- Tienes carácter. Me gusta.
- Supongo que...¿gracias?
- Dejad de pelear y vamos al pasillo.- zanjó Pablo.- Tenemos que proteger al fénix, esté hechizado o no.

Seis segundos después, los chicos estaban frente a la puerta que custodiaba el fénix. El viento azotaba en las ventanas y la oscuridad se apoderaba del panorama. Una sombra con aspecto de persona se movía entre las tinieblas. Parecía tener agilidad.
- Mantened la calma. Recuerda, Ariadna. Ya hemos pasado por esto antes. Si en algo tenemos que creer, es en lo que nunca existió.
- ¿Qué puñetas es eso?- dijo Kasha con un tono de voz extraño.
La figura se seguía moviendo en la oscuridad. De pronto, como si la fuerza proviniera de la nada, la puerta de la habitación que guardaba el fénix se partió por la mitad y después, estalló en pedazos ante los ojos de los chicos. Dos ojos como dos destellos de fuego aparecieron en lo que parecía el rostro de la figura. El extraño dejó ver la forma de dos garras de tinieblas que se extendían por todo el espacio del pasillo. Los chicos estaban conmocionados. Nunca antes habían visto nada igual. La figura se acercaba más y más a ellos, dejando ver a la luz de la Luna que brillaba por la ventana, las garras llenas de materia y oscuridad. 
- Viene a por nosotros.- dijo Kasha frunciendo el ceño.
- ¿QUÉ HACEMOS?- preguntó Ariadna desesperada.
La figura realizó un ataque que Kasha pudo esquivar. No estaban armados. Tampoco tenían poderes. Los chicos pensaron que estaban en las últimas.
- ¡QUIETO!- gritó una voz a las espaldas de Pablo.
La figura de oscuridad miró para los lados, buscando el origen de tal voz atronadora.
- FUERA DE AQUÍ.- ordenó la voz misteriosa.
Un destello de luz inmenso apareció al fondo del pasillo. Una especie de hombre con ropas largas y cabello rizado se acercaba a los chicos. Su rostro les resultaba conocido.
- ¡GABRIEL!- gritó Ariadna llena de alegría.
- Nos volvemos a ver, chicos.- dijo Gabriel, chasqueando los dedos. Acto seguido, los destellos de luz y los paños largos desaparecieron de su cuerpo, para dejar paso a ropa normal y corriente. 
La figura estalló en rabia y se disolvió en la oscuridad. Gabriel se acercó a Ariadna y la abrazó.
- Me llena de alegría volver a veros.
- ¡Qué bien que has vuelto! ¡Tengo muchas preguntas que hacerte!- añadió Ariadna.
- ¿Qué demonios era eso?- preguntó Kasha.
- Era Cazarel, el enviado de Satanás para robar la reliquia del fénix de plata.

jueves, 9 de agosto de 2012

Hotel 666: La maldición de la familia Benoit (Cap.2)


CAPÍTULO 2
''LA FAMILIA BENOIT''

Después de vestirse, los chicos bajaron al comedor guiados por Ivette e Ingrid, el servicio de la familia Benoit. Ivette era la criada favorita de la familia. Era alemana. Tenía un aspecto alegre marcado en su rostro, aunque no lo tenía de muy buen color. A Pablo le caía muy bien. Por el contrario, Ingrid era serie y borde. Su aspecto oscuro daba la impresión de que acababa de llegar de un funeral. Una vez sentados en la mesa, un hombre alto y alegre que la presidía, tocó con la cuchara el vaso para llamar la atención de los presentes, pues se había formado un gran alboroto por la llegada de los nuevos.
- Por favor. Gracias.- agradeció el hombre.- Bueno, creo que estos chicos merecen unas explicaciones. Muy bien. Soy Lionel Benoit, el padre de esta familia. Os doy la bienvenida a nuestra casa. Creo que ya conocéis a Kasha- dijo señalando a la chica que había abierto la puerta del dormitorio-. Ésta es mi mujer, Cynthia.
- Buenos días, guapos.- dijo Cynthia luciendo una de sus mejores sonrisas. Luego, viendo que su hija mejor estaba a punto de tirar la comida, acudió junto a ella y salvó el desayuno.- Doofy, tan glotona que se pasa de la raya...
Los chicos rieron. Lionel terminó de presentar a la familia. Al lado de Ariadna estaba sentado el mayor de los hijos, Damian, que mostraba muecas de desconfianza hacia los chicos. Los hijos medianos, Dimitri y Orfeo, completaban el grupo.
- No os preocupéis, chicos, sabemos vuestros nombres. Gabriel nos habló de vosotros.- dijo Damian mirando a su plato con aire chulesco. 
- ¿Gabriel? ¿Lo conocéis?- preguntó Marilin asombrada.
- Sí, veréis. Estáis aquí por una razón...- dijo Lionel con aire de misterio.
- ¿Cuál?- preguntó Miguel desesperado. Observó que su desayuno era huevos fritos y leche.
- Proteger el fénix de plata.- continuó Lionel observando como Miguel devoraba la comida. Doofy, la hija menor de los Benoit, comía con más velocidad.
- ¿El fénix de plata? ¿Qué es eso?- preguntó con curiosidad Ariadna.
- Hace siglos, un viejo herrero fabricó con sus propias manos una especie de fénix de plata. Lo que no sabía nadie era que ese herrero tenía poderes mágicos. Algunos dicen que hizo un pacto con el demonio para conseguirlos. Aunque se cuestiona mucho...
Lionel hizo un molesto silencio.
- En fin, él fue el que forjó el fénix y lo dotó de poderes mágicos. Se dice que resucita al que muere, y que aparece cuando más lo necesitas. El problema es usarlo. Un hechizo lo protege y hace falta una contraseña para romperlo. Él mismo no pudo averiguar la contraseña al final de su vida y murió.
- ¿Él mismo no sabía la contraseña de su propio instrumento?- dijo Pablo sorprendido.
- Al parecer, no.- continuó Cynthia.- 
- Chicos, el fénix se encuentra en esta mansión.- confirmó Damian.- Pero debemos protegerlo de...
- Ya basta, Damian.- dijo Cynthia mirando a su hijo de una forma dura.
- No, cariño, déjalo. Deben saber la verdad.- dijo Lionel defendiendo a su hijo.
- Satanás necesita el fénix para fortalecerse. Tras la derrota de Abrahel y Baphomet, su alma oscura se debilitó.- continuó Damian.- Nuestra misión es impedir que consiga tal reliquia.
- ¿Y cómo nos habéis encontrado?- preguntó Miguel nervioso.
- Gabriel nos ayudó. Tranquilos, podéis confiar en nosotros.- dijo Kasha mirando a Pablo de una forma dulce. Ariadna se percató y tiró el tenedor al suelo para hacerse notar. Kasha rio maliciosamente, mientras Pablo la miraba con preocupación. 
El salón estaba decorado igual que la habitación. Había muchos muebles clásicos, como si estuvieran en la antigua Francia. También había una gran lámpara de cristal colgando del techo, con cientos de luces apagadas por los rayos de sol. 

El desayuno terminó con conversaciones alegres entre los chicos y la familia Benoit, que al parecer les caían bien. Después de la comida, Ivette, Ingrid y el mayordomo, Ordog, se encargaron de enseñarles las instalaciones a los nuevos. La mansión era gigantesca. Todo tenía un aspecto clásico mezclado con un tono lúgubre que según Marilin, era curioso. La casa tenía tres plantas. La planta baja tenía el comedor, el salón, las cocinas, dos baños, dos despensas y las habitaciones de los servicios. También había un sótano. La segunda planta contenía una biblioteca, una sala de estar pequeña, otro baño, un gran patio trasero que daba al inmenso jardín con fuente y una habitación cerrada. La tercera planta la formaban los dormitorios, dos despachos y las habitaciones para invitados, que eran dos. En la parte exterior había un jardín con una fuente central. Al lado del jardín había una pequeña casita vieja, que según Lionel servía para los trastos. Los chicos quedaron maravillados con la decoración.
- ¿Qué contiene esa habitación de ahí?- dijo Marilin señalando la puerta del cuatro cerrado de la segunda planta.
- Es altamente secreto.- respondió Ordog de mala gana.- Nosotros no estamos autorizados para decirlo.
Lionel apareció a sus espaldas, sonriendo a los chicos y sacando una pequeña llave.
- Ordog, gracias. Puedes retirarte. Vosotras también, Ivette, Ingrid.- dijo Lionel con un tono de voz suave mientras abría la puerta.- Entrad, chicos. Aquí esta el motivo de vuestra estancia. Cuidado, esta habitación es extraña...
- ¿Extraña? ¿Por qué?- dijo Miguel entrando. De pronto, cinco lanzas verticales cayeron del techo para clavarse en el suelo. El suceso provocó un chirrido de hierro que los chicos no podían soportar.
- Por eso, jovencito.- dijo Lionel riendo como si le hiciera gracia lo que había pasado.
- No tiene gracia.- zanjó Miguel sin poder parar la risa de Lionel.
- Oh, lo siento. No era mi intención ofenderte.- continuó Lionel.- Mi padre, que era dueño de esta mansión, encantó la habitación para que nadie pudiera llegar hasta el fénix de plata.
- ¿Esta es la habitación del fénix de...?- dijo Ariadna llevándose las manos a la boca.
- Sí, lo es.- siguió Lionel acercándose a la pared. Tocó cinco veces el muro y como si vinieran de la nada, cientos de púas atravesaron los muros por todas partes. Acto seguido, se encaminó a la especie de caja de cristal que había en el centro de la habitación. Tocó el cristal y desapareció. Los chicos vieron la cosa más hermosa que nunca vieron: el fénix de plata.
- Muy bien, este es.
- ¡Qué maravilla!- exclamó Marilin acercándose al fénix. 
- A partir de hoy, con nuestra ayuda, protegeremos esta fuente de inmortalidad para que las fuerzas del mal no lo utilicen. Si lo hicieran, sólo provocarían destrucción.
Pablo se acercó al fénix y lo contempló más maravillado que Marilin.
- A partir de hoy, chicos, este fénix será parte de vuestra sangre.