lunes, 13 de junio de 2011

El llanto del Atardecer. Capítulo 11: Un infierno paralelo


Capítulo 11: UN INFIERNO PARALELO

-¡No!- gritó una voz a las espaldas de Bianca. La cara de la chica se volvió blanca. Soltó las manos del cuello de su víctima y se giró hacia el lado de dónde procedía la voz.
- Alan…- vocalizó Bianca con un suave tono de voz, que expresaba melancolía y a la vez, rabia.
- Deja a Rose si no quieres que acabe contigo para siempre.- amenazó el chico con un fuerte torrente de voz.
Alan se acercó a su esposa y le acarició la cara. Pero el momento dulce no duró mucho. Stephanie apareció detrás del chaval y le golpeó con una botella de whisky. Cayó al suelo fulminado por el golpe y con manchas de sangre. Rose empezó a gritar como una loca ante la fría mirada de satisfacción de Bianca.
- Ahora tenemos dos corderitos para divertirnos…buen trabajo Steph.- felicitó Bianca al tiempo que cogía con ayuda de Carl y Max el cuerpo inconsciente de su ‘hermano’.
- ¡Y tu, Rose, cierra la boca! ¡No más voces! Ahora…pensaremos lo que haremos con vosotros. Mañana nos veremos de nuevo las caras.- adelantó Bianca mientras terminaba de colocar a Alan desmayado sobre la pared y al lado de su esposa, asustada y dolorida. Acto seguido, los cuatro traficantes subieron las escaleras del sótano y se fueron pegando un fuerte portazo que retumbó en toda la sala. La oscuridad se hacía eterna. Ni había comida ni había bebida. Rose se sentía más sola que nunca. Miró a su alrededor y además de ver el cuerpo sin conocimiento de su marido, vio los viejos trastos y las cajas de madera llenas de cocaína que había en la habitación. Intentó dormirse pero no pudo, y permaneció despierta hasta dos horas más tarde, entre oscuridad y miedo.

El Sol entraba por las rejillas de la pequeña ventana del sótano. Eran las seis de la mañana. Rose abrió los ojos y se frotó la cara con la cuerda con la que estaba atada. Alan ya estaba despierto.
- Te golpearon con una botella al intentar salvarme…
- Malditos asquerosos…nos matarán al mediodía y nos dejarán tirados en la carretera…
- ¿Qué podemos hacer? Aquí no hay forma de salir…
- Quizás vengan a rescatarnos Richard y los demás. Les mandaré un mensaje al móvil…
Alan encendió su móvil y buscó en la lista de contactos a su amigo Richard. Escribió el mensaje.
- ¡Se me acabó el saldo! Hay que j…
- ¡Espera!- gritó Rose.- Yo si tengo, suerte que no lo gasté el otro día…Le mandaré un mensaje a Lily para que avise a la policía.
- Perfecto. Date prisa. Estamos en peligro…
Los dedos de Rose corrían a más no poder al escribir el mensaje. En poco más de cuatro segundos estaba enviado a su destinatario.
Lily, soy yo, Rose. Estoy con Alan en la Black Faith. Bianca nos ha secuestrado y no hay manera de salir de aquí. Date prisa. Avisa a la policía y venid a sacarnos de este infierno.’
El silencio acompañó a los chicos mientras esperaban respuesta de su amiga. De pronto, la puerta del sótano se abrió y Bianca entró a la sala. Bajó las escaleras y se paró delante de los chicos.
- Esta noche, os mataré. Acabaremos pronto y os echaremos a las vías del tren para que cuando venga os remate y destroce vuestros cuerpos.
- ¡No puedes hacer eso! ¡Somos familia!
- ¡Qué importa la familia cuando es el rencor, la maldad y la rabia lo que me acompaña!
- Bianca, en qué te has convertido…
- Después de esto, me iré a Europa con Max con el dinero que he ganado de la droga y reharé mi vida, dejando mi pasado atrás.
Una bofetada marcó la cara de Rose, que sollozó en silencio.
- ¡MALNACIDA!- gritó Alan. Bianca dio un paso adelante y le dio al chico una patada en el estómago. Se burló de ellos y se fue por donde había venido. Para su sorpresa, Carl le estaba esperando al cerrar la puerta.
- ¿Con qué te vas a ir a Europa con Max? ¿Y conmigo, qué?
- Aún estoy confusa…Carl…os quiero a los dos.
- ¿A los dos? ¡No soportaré compartirte con nadie, me oyes! Si no te decides, no tendremos más remedio que decidir nosotros. Adiós Bianca.- se despidió el chico, enfadado. Bianca siguió su camino a través del oscuro pasillo de la Black Faith. Mientras, Rose recibió la respuesta de Lily a su mensaje.
‘Iremos allí en cuanto avisemos a la policía. No os preocupéis, esto está a punto de acabar.’
- Espero que lleguen pronto. Aquí huele a muerto…- se quejó Alan.
- No te preocupes, Alan. Nuestro amor nos mantendrá fuertes.- dijo Rose con un tono de voz dulce. Besó a su chico.

*

La noche cayó sobre la ciudad. Lily y Helena se dirigían al escondite de la Black Faith para poner fin al juego de Bianca. Iban solas.
- ¿Estás segura de que la policía está escondida?- preguntó Helena.
- Sí. Es para no levantar sospechas.- afirmó Lily.
Las dos caminaban inseguras. Un rayo de valentía alumbraba a las dos siluetas que se acercaban a la gran casa. Richard y Verónica permanecían escondidos junto a la policía. La trampa para Bianca parecía salir bien. Lily se precipitó y tocó a la puerta. Dan KK, que vigilaba la puerta del escondite, soltó el cigarrillo. Miró por la mirilla y al ver a dos chicas tan guapas, abrió.
- Vaya…vaya… ¿qué hacen dos preciosidades como vosotras deambulando por las oscuras afueras de Washington D.C?
- Verás, guapo. Unos matones nos perseguían por la carretera y necesitamos que alguien nos defienda.- mintió Lily haciéndose pasar por una mujer de compañía.
- ¡Claro que sí, preciosas! ¿Dónde están esos desgraciados?
- Detrás de aquellos matorrales.- mintió Helena.
Dan KK se precipitó a adentrarse en las grandes hierbas que adornaban los alrededores de la Black Faith, cuando cinco agentes de policía saltaron de su escondite y lo apresaron.
- ¡Quieto, policía!
- ¡Desgraciadas, me habéis engañado!- bramó el chico mientras le ponían las esposas.
Lily y Helena entraron corriendo a la gran casa. Una vez dentro, Bianca chafó sus planes al apuntarles con una pistola.
- Bi…anca…- tartamudeó Helena.
- Vaya, Helena…cuanto tiempo. ¿Vienes a morir?
- Baja el arma, somos amigas de toda la vida…
- La palabra ‘amiga’ no viene en mi diccionario.- rio Bianca amenazando más y más a las chicas.
- ¡Basta de matar a más gente!- gritó Lily corriendo hacia la asesina.
- ¡NI UN PASO MÁS O DISPARO!- bramó Bianca con los ojos casi fuera de las órbitas.
Un grito de Helena selló la muerte de Lily, que murió en el acto ante el sonido agonizante de la pistola de Bianca. La sangre que brotaba del corazón de Lily sentenció el final de Helena, que también recibió la bala decisiva de Bianca. 

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