miércoles, 22 de junio de 2011

El llanto del Atardecer. Capítulo 15: Jaque Mate


Capítulo 15: JAQUE MATE

- Este es el sitio.- afirmó Verónica a unos pocos metros de las vías del tren.
- Alea Iacta Est- sentenció Richard.
Los dos jóvenes se acercaron a la escena. Vieron como Alan y Rose estaban atados a los raíles y el tren se acercaba. Ya se oía su sonido. El sonido de la muerte. El chico soltó el maletín en el suelo y detrás suya, ante la atenta mirada de Bianca y los demás. Ésta se acercó a Richard y Max fue a revisar que Alan y Rose estuvieran bien atados.
- Primero los chicos. Después el dinero.
- Creo que va a ser al revés.
- Aviso, no quiero dar sorpresas…y os conviene hacerme caso.
Bianca se acarició el cuello y sonrió.
- Está bien. Max, ¡suelta a los chicos!
El delincuente cogió una navaja y desató a Alan y Rose, que corrieron a ponerse a salvo. Verónica los miró y les transmitió que estuvieran tranquilos, que todo estaba a punto de terminar.
- Y bien…ahora el dinero.- dijo Bianca sacando la pistola.
Richard se adelantó y empujó a la asesina, haciendo volar la pistola por los aires. Acto seguido, sacó su arma blanca y la amenazó. De pronto, se oyó la sirena de la policía. Richard estaba confuso.
- ¿Pero cómo?
- No lo pude evitar, tenía que hacerlo.- se excusó Verónica al reconocer que ella había sido la responsable de llamar a la policía.
- ¡VÁMONOS BIANCA!- bramó Stephanie mirando al coche de policía, que se acercaba cada vez más.
Bianca corrió a más no poder, escapando del arma de Richard. Cruzó las vías y esperó a que los suyos lo hicieran también para escapar.
- ¡CRUZAD! – gritó la chica desde el otro lado.
Max, que todavía se encontraba al borde de los raíles, intentó cruzar las vías. Era su día de mala suerte. Su pie se había enganchado entre los raíles y estaba atrapado. Cuando Bianca intentó hacer algo, para Stephanie ya era demasiado tarde. La policía ya la había capturado.
- ¡DESGRACIADOS, SOLTADME!- bramaba Stephanie ante la presión del agente.
Bianca seguía intentado ayudar a Max, pero el tren estaba demasiado cerca.
- Dios mío…- lloraba Rose del mismo pánico de la escena.
- Non je ne regrette rien- añadió Max viendo su triste final
En un abrir y cerrar de ojos, el tren arrolló al traficante y solo sus restos hechos picadillo adornaban las vías. Bianca se quedó petrificada. Se tiró al suelo, muerta de dolor. La policía intentó atraparla, pero escapó una vez más. Arrancó el motor del coche y se marchó.
- ¡DETENTE, POLICÍA!- le gritó un agente.
- Sé a dónde va.- afirmó Alan.- A la playa donde murió Steve. Puedo llevaros.
El chico y su esposa se montaron en los coches de policías con los agentes y se marcharon detrás de Bianca. Seis agentes se encargaron de retirar el cuerpo destrozado por el tren de Max y un coche se encargó de llevar a Stephanie a comisaría. La jefa de la Black Faith, que miraba con angustia el retrovisor del coche para ver si le perseguían, llegó a la playa y se bajó corriendo. Lo tenía todo perdido y cualquiera de sus actos podría sorprender. Alan le dijo a la policía que guardara paciencia, que ella estaba desarmada y su hermana quería hablar con ella. Los agentes aceptaron con la condición de detenerla después de aclarar las cosas o dispararle si era necesario.
- De nuevo estoy aquí.- dijo Bianca contemplando el Sol, que estaba  a punto de ponerse.
- ¡BIANCA!- gritó Rose acercándose a su hermana.
- Ni tengo armas ni tengo corazón. Lo tengo todo perdido, hermana.- se lamentó la chica.
- ¿Por qué Bianca? ¿Por qué tanto dolor?
Bianca se acercó a su hermana.
- Antes de que me vaya- predijo Bianca.- Quiero que sepas algo. En el fondo, no te iba a asesinar. Solo quería pasar tiempo contigo, el tiempo que perdimos en un pasado. Si hubiera querido matarte, lo habría hecho el primer día que te secuestré.
- Bianca…
- Escúchame Rose. Lo tenía todo perdido y pedí un rescate. Sabía que iban a venir Richard y Verónica y te solté junto a Alan.
- Pero Bianca, aún podemos recuperar el tiempo perdido. Entrégate, por favor.
- Nunca, Rose. Tengo que honrar la muerte de mis amigos.
Bianca sacó de su pecho una pistola pequeña y apuntó al suelo. Los agentes de policía se aseguraron de que no disparara.
- Adiós Alan. Adiós Rose. Va por ti, Steve.- sentenció Bianca mirando al suelo. Acto seguido, se colocó la pistola en el lateral de la cabeza y disparó, cayendo muerta en el acto en un charco de sangre que manchó la arena. La líder había muerto.
La policía acudió inmediatamente. Recogieron el cuerpo de la arena mientras que Alan y Rose observaban el atardecer en la playa, abrazados de dolor y con lágrimas en los ojos.
- El atardecer llora por su muerte.- dijo Alan roto de dolor.
- En el fondo, nos quería…- afirmó Rose.

*

No había Sol. No había luz. Solo nubes negras de otoño relucían en el cielo. Era un día triste. Alan, Rose, Richard, Verónica y Amanda se encontraban delante de la tumba de Bianca, que estaba enterrada al lado de la tumba de Steve, el único amor de su vida. Después de dar la misa, el sacerdote se marchó. Comenzó a llover. La cara de Alan, empapada por el agua, soltaba lágrimas y lágrimas de dolor. El luto era el rey en ese momento.
- Descansa en paz…Bianca.- añadió Alan soltando una rosa blanca en lo alto de la tumba. Rose le siguió con un clavel rojo. Amanda permanecía seria. Al fin y al cabo la cuidó durante mucho tiempo.
Poco a poco, los chicos se fueron marchando. Primero Richard y Verónica, después Amanda y finalmente se quedaron Rose y Alan abrazados frente a la tumba. La chica tocó el cemento.
- A pesar de todo lo que nos has hecho…te quiero.
- Y yo, Bianca.- sentenció Alan yéndose con su esposa muerto de dolor.

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