jueves, 24 de febrero de 2011

Amor Eterno. Capítulo 12


Capítulo 12

Los siguientes días fueron terribles para Alan. Por más que Amanda intentaba saber lo que le pasaba, no pudo sacarle nada. Se estaba empezando a preocupar. Los amigos del chico lo notaban cambiado y cada vez que salía con ellos, estaba triste. Una noche, Richard lo cogió del brazo y lo miró fijamente. El grupo se había reunido en un parque cercano a casa de Rose y casi no se podían mirar a la cara porque estaba todo muy oscuro.

- Chicos, necesito hablar con Alan. Nos iremos un momento a ese banco de ahí…
- Si hay algo en lo que pueda ayudar…-dijo Verónica sonriéndole a Alan…
- Gracias…-dijo Alan sollozando.
El chico y su amigo se sentaron en el banco, que estaba un poco sucio del viento que sopló durante la mañana.
- Mira Alan…no sé lo que te pasa…pero te quiero ayudar. Eres mi mejor amigo, ¿sabes?, y me duele verte de esta manera tan…
- Se acabó todo, Richard.
- ¿Qué…se acabó?
- SÍ, SE ACABÓ…- dijo Alan llorando.
- ¿Te refieres a la chica del hospital? ¿Rose? Hace tiempo que no la veo…
- Hemos discutido mucho y estas últimas semanas…no nos aguantábamos...
- Es normal en dos amigos, chaval. Seguro que hablando las cosas lo arregláis.
- Richard…no es sólo una simple amistad. Estoy enamorado de ella.
Estoy enamorado de Rose, estoy enamorado…
- Basta Alan. No lo sabía…
- ¿Te lo puedes creer? Hace un mes iba todo tan bien…todo tan perfecto. No me dio ni una explicación. Bueno sí, que ella sabe arreglarse los problemas por sí sola. Me dio una bofetada…
- Pero, ¿cómo empezó todo?- dijo Richard conservando la esperanza.
- Hace unos días le pregunté por su estado de ánimo. La notaba rara, como si ocultara algo que no me quisiera decir. Se enfadó conmigo porque le molestó. Empezamos a gritar y a discutir. Después, me dio una bofetada en la cara y…se marchó.
- ¿Aún no te has dado cuenta?
- ¿De…qué?
Richard aclaró la voz.
- ROSE GUARDA ALGO. NO SE HA ENFADADO ASÍ POR ASÍ CONTIGO. SEGURO QUE TE ADORA.
- Mi corazón está destrozado…esto no es normal.
- Hazme caso, Alan, habla con ella.- dijo Richard insistiendo.- La esperanza es lo último que se pierde, y esta vez, ¡tengo razón!


*

Bianca descansaba en el sofá de Steve, como siempre. Éste se estaba vistiendo. Una vez más, la cama había sido el escenario de las fantasías de los dos. De pronto, alguien llamó a la puerta. Bianca soltó el vodka en la mesa y fue a abrir.
- Vaya, ¿quién eres?
- Hola…¿casa de Steve?
Era un chico mayor que Steve y muy parecido a él.
- Sí, pasa.- Bianca quedó prendada de la mirada del chico misterioso.
Se sentó en el sofá junto a ella y esperó a que Steve saliese de su habitación. Cuando Steve pisó el salón y vio al chaval, sus ojos se llenaron de lágrimas.
- ¡POR FIN LLEGASTE! ¡CUÁNTO TIEMPO, HERMANITO!
- Déjate de tonterías y dame un cigarrillo…
Bianca se apresuró a dárselo.
- Bianca, te presento a mi hermano, Max.
- Encantada, soy Bianca.
Max y la chica se dieron dos besos.
- Él nos ayudará a acabar con Rose. Conducirá hasta la costa este de Washington DC, dónde morirá.
- Perfecto. Tengo muchas ganas.
- Mañana iremos a casa de esa zorra y la secuestraremos. Pediremos un rescate por ella.
- ¿Quién será el que suelte la pasta?
- El destrozado corazoncito de ALAN JONES.
- A veces me sorprende tu maldad, Steve…- dijo Bianca riéndose.
- Estaré preparado con el coche mañana por la tarde. No nos llevará mucho llegar al este de la capital. Un par de horas en total.- dijo Max tocándose el pelo.
- Dejaremos una carta en tu casa, Bianca. Cuando Alan la vea, no tendrá más remedio que ir a donde nosotros estemos con Rose. Así, nos llevamos el dinero y acabamos con la chica, dejando que Alan llore desconsoladamente a sus pies.- Steve parecía tenerlo todo controlado.
- ¿Y si descubren quiénes somos?
- ¡Actuaremos discretos  y rápidos. Todo saldrá bien!- exclamó Steve.
- Entendido.
- Aprovecha de tus últimas horas, Rose…- dijo Steve esbozando una maliciosa sonrisa.

lunes, 21 de febrero de 2011

Amor Eterno. Capítulo 11


Capítulo 11

Rose estaba destrozada. El silencio la estaba matando. Llevaba semanas sin abrir la boca delante de Alan. Debía callar y obedecer a Bianca para que no le hicieran daño al chico que le salvó la vida. Cada vez que los chicos quedaban para dar un paseo, o, simplemente para tomar un refresco, Alan notaba a Rose rara, como si ocultara algo. En efecto, guardaba un secreto que ni él se lo imaginaba. Las miradas de Rose hacia el chico se fueron apagando cada vez más y más. Ya nada era como antes. La chica quería alejarse de él, pero que no se notara mucho. Le rompía el corazón hacer eso pero, cuando la vida está en juego, una persona es capaz de hacer cualquier cosa. Alan, por su parte, notaba cada vez más la distancia. Una distancia fría y negra que no iba a parar hasta conseguir lo que quisiera. Bianca seguía amenazando a Rose las veces que quería. La chica estaba manipulada y si cometía un solo error, se acababa todo.

- Rose, no me he atrevido a decirte nada en todas estas semanas…pero ha pasado un mes y… estás diferente.
Rose tragó saliva y con pequeñas lágrimas en los ojos, le contestó al chico:
- No me pasa nada, tranquilo. Son cosas de mujeres…
- Sé que te pasa algo. ¿Por qué no confías en mí?
- Alan, ¿tan difícil es creerme? ¡dije que no me pasa nada!
- ¡No me engañas! ¡Algo ocultas!
- Mira Alan, SE ACABÓ.
El chico frunció el ceño. Estaba furioso.
- ¿Se acabó? ¡Encima de que intento ser amable y encima de que me preocupo por ti!
- SÉ CUIDARME SOLITA. SÉ AFRONTAR MIS PROBLEMAS. ESTA VEZ, NO OCURRE NADA. PERO YA VEO QUE NO ME COMPRENDES…
- ¡Comprensión! ¡Eso es lo que necesito yo!
- NO AGUANTO MÁS.
- ¡PUES YO NO TE AGUANTO A TI!- bramó Alan.
Acto seguido, Rose estampó su mano derecha en la cara del chaval. Éste bajo la mirada y se le escapó una lágrima.
- Vete…-susurró en voz baja.
Rose se fue corriendo sin rumbo. Su cabeza iba a explotar. Cambió la expresión de la cara y empezó a llorar.
<<Te quiero, Alan, ¡te quiero con todas mis fuerzas!>>
La imagen de Alan se iba distorsionando conforme ella se iba alejando corriendo. La furia, la impotencia y el arrepentimiento se iba acumulando en la cabeza de Rose. Después de un mes lleno de amistad, el infierno se avecinaba. Bianca había conseguido su objetivo: separarlos. Después de un buen rato corriendo, Rose se adentró en el mismo sitio donde hace unas semanas ella y Alan veían las estrellas.
<<Lo bueno dura poco tiempo. Lo malo perdura por mucho. ¡Qué voy a hacer ahora! El amor de mi vida…no había conocido a alguien semejante a él. Tan simpático, tan amable, tan generoso…era el hombre perfecto. Lo he dejado escapar sin más. No es tonto y se habrá dado cuenta de que algo oculto. Por lo menos, de algo me ha servido esto. Antes fue él quien me salvó. Ahora soy yo la que le salvará. Si algo malo le pasa, me muero. Aún recuerdo cuando nos fuimos aquí a contemplar las estrellas, tan bonitas y relucientes. Ahí fue cuando de verdad me enamoré de él. Ahora, no puedo vivir sin su esencia, sin su rostro, sin su corazón. El malo siempre pierde, pero esta vez ha triunfado sobre el amor. Me decían de chiquita que el amor es el rey de todas las cosas y nadie ni nada le vence. Supongo qe debían de estar equivocados…>>
Rose se sentó en el mismo sitio donde estuvo con Alan.
<<Parece que lo estoy viendo. Aún sigue el perfume del aire que nos aguardó toda la noche. Ahora, viendo el atardecer, me acuerdo de aquel día, inolvidable para mí…>>
La tristeza inundaba el corazón de Rose.
<<¡Estoy llena de rabia! Para que vivir, ahora, si no lo tengo a él…si no tengo su alma, su corazón, su deseo de vivir. Él me ha dado las fuerzas de vivir durante un mes. Él me ha devuelto la alegría…y ahora no tengo nada. ¡NADA! Solo me queda el recuerdo en mi corazón…>>
Se levantó del césped y miró al cielo. Estaba anocheciendo. La escena de las estrellas se volvía a repetir pero esta vez faltaba algo: Alan.
<<Estrellas del cielo…espero que una noche más me comprendais. ¡Comprendais mi dolor, mi angustia! Mi compañero estelar no está…se ha ido para siempre. Si no me alejo de él, morirá en las manos de Bianca…y no permitiré eso. Espero que me recibais pronto en el cielo…porque ahora mismo, quiero morir por amor>>

TRAILER OFICIAL DE AMOR ETERNO

viernes, 18 de febrero de 2011

Vídeo #Amor Eterno #Final

Amor Eterno. Capítulo 10


Capítulo 10

Amanecieron dormidos. Dormidos y juntos. Quizás la mejor forma de los chicos de haber dormido ha sido abrazados.
- ¡Dios! Perdona…Rose…
- Perdóname tú a mí. Estaba demasiado cómoda…
Alan y Rose habían dormido toda la noche agarrados. Se sonrojaron. Sus miradas se cruzaron en un lago de emoción. Estaba terminando de amanecer y el cielo parecía una pradera de chispas naranjas.
- Será mejor que volvamos a casa… ¡Son las ocho de la mañana!
Rose rió.
- Se acerca el final del verano…mira el Sol.
De nuevo, la estampa era preciosa. Las aves volaban sobre la pradera naranja. Los chicos se abrazaron graciosamente y empezaron a caminar para regresar a casa. Hablando y hablando, no se dieron cuenta de que pasaron por la calle de ‘Honey Village’. En el mismo lugar donde Alan encontró a Rose, ésta sufrió un desmayo.
- ¡Rose! ¡Oh Dios mío! ¡Otra vez no!
La chica abrió los ojos después de unos minutos. Solo había sido un susto. El corazón de Alan empezó a relajarse.
- Alan…
- ¡Menos mal que has abierto los ojos! ¿Estás bien?
- Sí…pero… ¿qué me ha pasado?
Alan recordó el momento en el que la encontró tirada y herida.
- Te has desmayado…
Rose miró a su alrededor, aturdida.
- Esto es…
- Sí, es el lugar dónde te encontré hace días herida.
- Vámonos de aquí. ¡Vámonos!- Rose se puso en pie como pudo y cogió la mano de Alan. Segundos después, los dos salieron corriendo.

*

El plan que tenía Steve para destruir a la parejita feliz estaba en proceso. Bianca se pasaba casi todo el día en su casa y se enteraba de todo. Esta vez, la situación se ponía dura puesto que Rose tendría que renunciar a la amistad de Alan para que ninguno de los dos sufriera daño.
- ¡Vaya! ¡Es el mejor asesinato que he planeado en mi vida!- exclamó Steve, orgulloso de su despiadado plan.
- ¿Y después de acabar con su amistad? ¿Qué hacemos?
 - Acabaremos con Rose en un lugar donde nadie nos vea. ¿Sabes
dónde hay aves volando por praderas naranjas?
- ¿Praderas naranjas? ¿Te refieres a…?
- Al atardecer.
- ¿Acabaremos con Rose en el cielo? ¡Ahí no voy a ir yo ni después de muerta!- dijo Rose riéndose a carcajadas.
- ¡No, Bianca! ¿No sabes hablar metafóricamente?
- Pues…no entiendo mucho de esas cosas…
- ¿Dónde se ve mejor el atardecer?
- Ya sé lo que quieres decir.
- En efecto. ROSE PASARÁ SUS ÚLTIMAS VACACIONES EN LA PLAYA, AHOGADA.
Bianca se sorprendió. Después, soltó una risita. El corazón de los dos chicos no tenía sentimientos. Solo piedras frías. El cariño y la humanidad eran palabras olvidadas para ellos.

*

Llegada la noche, Rose recibió la desgraciada visita de Bianca y Steve. Abrió la puerta y la chica la cogió del cuello. No podía respirar y se estaba ahogando.
- Te mataría aquí mismo, pero tengo algo mejor.
- ¿Qué queréis de mí?- dijo Rose sollozando.
- Te hemos hecho esta visita para decirte una cosita que seguro que… ¡no te gustará!- dijo Steve riendo.
Bianca empujó a Rose al suelo y ésta cayó, haciéndose daño en la espalda. La chica se retorcía de dolor. Steve le pisó el estómago y le acarició falsamente el pelo, haciendo como si le diera cariño. Rose estaba realmente asustada. Tenía miedo a que le hicieran daño, a que le hicieran daño a Alan o a los dos. Imaginaba la maldad que podían ocasionar los dos chicos. Bianca la levantó del suelo y la volvió a coger del cuello.
- Escúchame, querida Rose. Hoy no tengo tiempo de contarte el por qué de tanto odio pero no te preocupes, te lo contaré.
- No me hagas daño, por favor…
- ¡Ahora atiende bien y presta atención!- dijo Bianca gritando.
Steve se sentó en el sillón y se echó un poco de vodka en el vaso que había sobre la mesa.
- Le dirás a mi hermano que se acabó la amistad…- Bianca miró a Rose con desprecio.- ¡Que no quieres estar más a su lado! ¡Que todo se acabó! ¡Que ya no hay nada!
- Todo menos eso… ¡todos menos eso!- dijo Rose rompiendo a llorar.
- SI NO HACES ESO LOS DOS IRÉIS AL INFIERNO. ¡YO MISMA ME ENCARGARÉ DE QUE VAYAIS!
Rose cada vez lloraba más. Sus lágrimas empapaban su pantalón vaquero.
- Y ahora, nos vamos. Recuerda, o cumples tu misión o acabaré contigo y con Alan.
Bianca y Steve salieron por la puerta, riéndose a carcajadas. Rose se tiró al suelo de nuevo y se llevó las manos a la cabeza. A partir de ahora, las cosas empeoraban. Tenía que alejarse de Alan para no causar la muerte de los dos y solo le quedaba una cosa: su silencio.

sábado, 12 de febrero de 2011

Amor Eterno. Capítulo 9



Capítulo 9

''Mira las estrellas. Ellas son las únicas que no te traicionarán. Ellas son las únicas en las que puedes confiar. Algún día, cuando nuestra llama se apague para siempre, tu y yo, nos convertiremos en una de ellas. Estaremos juntos en el cielo, brillando para toda la eternidad.''

La sorpresa que Alan tenía preparada para Rose era preciosa. Como le dijo, a la noche siguiente, el chico fue a recoger a la chica de sus pensamientos a su casa y los dos se fueron a un lugar totalmente vacío. Alan le tapó los ojos a la confusa chica que sonreía y confiaba en su amigo.

- Ahora no mires. Sólo siente y adivinarás el lugar donde pisan tus pies.
- Estoy deseando saber que es. Sentiré.
Los pasos de la chica eran inseguros. Al no ver, se ponía cada vez más nerviosa. De pronto, un olor a flores repasó su nariz, adentrándose en una fantasía placentera. Alan miraba a Rose con cariño y sus miradas eran muy dulces. Estaba dispuesto a conquistarla al precio que fuese necesario.
- Ya falta poco. Sigue sintiendo. Nunca pares de sentir. No hace falta la vista. No hacen falta los ojos. Solo hace falta el corazón.
- La verdad es que cada vez me mata más la curiosidad…
El último paso de Alan fue suave. Rozaron una tela de color blanco y azul y el chico ayudó a Rose a sentarse. Acto seguido, le destapó los ojos. Rose no pudo contener la emoción.
- No sé si te gusta observar el cielo pero…
- No tengo palabras Alan. Gracias de verdad…es tan bonito…
- Mira las estrellas. Ellas son las únicas que no te traicionan. Ellas son las únicas en las que puedes confiar. Algún día, cuando nuestra llama se apague para siempre, tú y yo, nos convertiremos en una de ellas. Estaremos juntos en el cielo, brillando para toda la eternidad.
El paisaje estrellado era digno de contemplar. Todo el paisaje estaba repleto de aquellos astros que al chico le hacían soñar.
- Veo las estrellas y parecen inmortales. Como dices, nunca te traicionan y solo en ellas puedes confiar. Siempre están ahí, viéndote desde arriba. Parecen reinas. Reinas de la noche. Su luz es tan misteriosa, tan hermosa…
- Pensaba que te gustaría observar este bello paisaje y… traje este mantel y comida. Nos quedaremos aquí esta noche. Es un lugar bello pero no pasa nadie nunca. Esta reservado para las parejas. Nosotros solo somos amigos pero…me gustaría compartir esto contigo. ¿Te atreves?

- Claro Alan. Siempre he querido dormir bajo las estrellas.


Alan giró la cabeza hacia el este.
- Mira, ¡hacia allí! Estoy alucinando…es…La Luna. Esta noche parece que nos va a comer. Está inmensa. ¿La ves?
- Parece una gran perla blanca. Es preciosa. Oculta tantos secretos...
- ¿Sabes cómo la llamo? Emperatriz de la noche.
- Vaya, eso me decía mi madre cuando era pequeña. Me contaba que La Luna era la emperatriz de la noche y las estrellas eran las damiselas, bellas damiselas.
Rose abrazó a Alan con fuerza.
- Nunca te alejes de mí, Alan.
Alan se sorprendió y le pasó el brazo por la cintura. Después, empezaron a sacar cosas de la mochila que llevaban y comieron. El cielo era lo más bonito que había visto Rose desde que salió del hospital…o eso creía. Posiblemente, algo bonito que también sucedió fue haber conocido a Alan.

*

Bianca y Steve terminaban de hacer el amor una noche más. Últimamente, la chica tenía más ardientes deseos de lo normal. Pese a juventud, estaba muy espabilada. En la cama y cansado, Steve se preguntaba como estaría Rose después de haber recibido su visita y la de su chica.
- La tenemos en nuestras redes. Ahora podemos manipularla.
- ¿Tú crees?
- Es fácil de llevar…
- ¡No quiero jugar con ella! ¡Solo quiero quitarla de en medio!

- Para el carro, fiera. Primero, aprovecharemos la situación.


- Espero que no te hagas muy pesado. Cuanto antes muera, mejor.
- Bianca…déjame ser feliz.- rio Steve besando a la chica.
La pistola de los chicos descansaba en la mesita de noche, esperando a ser utilizada. Rose, por su parte, debía de guardar el secreto. Alan nunca debía de saber que su hermana y Steve habían pisado su casa. De lo contrario, la vida de ella y de él correría peligro. Mientras abrazaba a Alan, Rose recordaba esos angustiosos momentos en los que la hermana de su príncipe le amenazaba y le apuntaba con la pistola. Era horroroso. Trató de no pensar en eso y siguió contemplando el cielo. Alan, parecía cada vez más satisfecho de sí mismo. Estaba seguro de que pronto, Rose y él serían la pareja más feliz del mundo.

Este capítulo de Amor Eterno va dedicado a dos personas. La primera persona es Adela Delgado que es una excelente persona y muy buena amiga. Siempre hacemos locuras juntos y la quiero un montón. La otra persona es Agustina, que le doy las gracias por apoyarme en esta novela y le animo a seguir leyéndola. 

Muchas gracias. Va por vosotras.

sábado, 5 de febrero de 2011

Amor Eterno. Capítulo 8


Capítulo 8


Bianca bajó la mirada y Steve se quedó mirándola un buen rato. El silencio se hacía eterno. Ninguno de los dos se atrevía a hablar.
- ¿Cómo has dicho, Bianca?
Steve mostró una mueca de rabia e impotencia.
- Lo que has oído, Steve. Rose Doyle es mi hermana…Mi nombre verdadero es Bianca Doyle.
- ¿ME PUEDES EXPLICAR QUE VAMOS A HACER AHORA?- La rabia de Steve aumentaba cada vez más.
La chica empezó a llorar, caminó algunos pasos lentos y echó a correr hacia la calle. Dio un portazo y salió de la casa de su amigo. Steve se sentó en el sillón y se frotó los ojos con las manos. Acto seguido, le dio una patada al suelo.

*

Rose ya estaba instalada en su casa, casi recuperada. La memoria aún le seguía fallando y no conseguía descifrar el misterio de lo que le sucedió aquella noche. Alan se sentó con ella en el sofá del salón y le dio la mano. La casa estaba intocable, tal como la dejó Rose.
- Me alegro mucho de que te vayas recuperando.
- Poco a poco. Las cosas suceden despacio. ¡Y no cambiaría ahora mismo mi casa por nada del mundo!
- Como te dije, tengo una sorpresa para ti.
- Como te dije, me encantan las sorpresas.
- Mañana pasaré a recogerte por la noche. Vendrás conmigo a un sitio donde quiero que estés conmigo. Solo puedo decir eso…
- Hmmm…que chico tan misterioso.- dijo Rose con tono de voz de detective.
Los dos se abrazaron fuertemente, mostrando su felicidad. El corazón de Alan tenía miedo a mostrar sus sentimientos. El chico tenía pánico por decirle a Rose lo que realmente sentía por ella. ¿El motivo? El rechazo. Alan no estaba totalmente seguro de si a Rose le gustaba él y…los nervios se apoderaban más y más del chico. Después de un buen rato, el chico se fue de la casa de Rose con una amplia sonrisa. Alan no era la única persona nerviosa. Bianca caminaba por la calle sola y triste. La decisión que tenía que tomar era muy difícil. Matar a su hermana…¿o perjudicarse a sí misma? Tocó a la puerta de Steve y éste abrió. Por un momento, los dos se miraron con miradas de asesino. Después, Bianca cayó rendida de cansancio a los brazos del chico.
- Sabía que volverías…no me puedes dejar solo en esto.
- Lo siento…es difícil.
- Te comprendo.- dijo Steve dándole a la chica un vaso de té caliente.- ¿Qué has decidido?
- Matemos a Rose. Tenías razón. Su muerte pondrá fin a nuestros problemas.
- Así me gusta Bianca…Sé mala.- dijo Steve riéndose mientras acariciaba suavemente los mechones de pelo de la chica.
Y como los dos decidieron, con una pistola en mano, se dirigieron a casa de Rose. Sabían la dirección gracias a Bianca, que había seguido en la tarde a su hermano. Tocaron a la puerta. Rose les abrió.
- ¡Buenas tardes, zorra! ¡Venimos a hacerte una agradable visita!
- ¿Quiénes…sois? ¿Bianca…?
Bianca le empujó hacia dentro y su compañero cerró fuertemente la puerta. La chica cayó al suelo y Bianca le apuntó con la pistola en la cabeza.
- ¿No te acuerdas de nosotros?
- No…no. Solo de tí. Te ví en el hospital.
- ¿Solo de eso? ¿Has perdido la memoria?
- Sí…la perdí. Sufrí un accidente.
- ¡No me hagas reír! ¡Nosotros te lo provocamos! ¿O ES QUE YA NO TE ACUERDAS, MAL NACIDA?
A Rose se le llenó la cara de lágrimas. El gatillo de la pistola cada vez era más peligroso.
- Debemos de eliminarte para que no molestes más. ¿Qué opinas?
- No os hice nada…por favor…no me matéis.
- ¡Sí que nos hiciste! No matamos por ningún motivo…¿no, Steve?
- Claro Bianca. Siempre tenemos razones.
Bianca apretó la pistola aún más en la frente de la chica. Ésta cerró los ojos.
- Adiós, cielo.
En ese momento, se oyó una voz afuera. Era Alan, que se había olvidado su móvil en casa de Rose.
- ¡Mierda! ¡Es mi hermano!- dijo Bianca susurrando.- ¿Por dónde podemos salir?
- La…la puerta trasera. Por favor, no me hagáis daño…
- NI UNA PALABRA DE ESTO, ¿ME OYES? ¡NI UNA PALABRA! SI HABLAS, TU Y MI HERMANITO OS IRÉIS AL OTRO MUNDO ¡DE CABEZA!
- Esta…bien…n…no diré nada.
Bianca y Steve guardaron las pistolas y salieron por la puerta trasera. Rose abrió a Alan, que parecía impaciente. Éste vio a la chica rara. Le preguntó que le pasaba, pero ella disimuló tontamente.
- ¿Seguro que estás bien, princesa?
- Sí, no te preocupes.- rió Rose.
Alan cogió su móvil pero no apartó la mirada de la chica en ningún momento. Sabía que le pasaba algo. Le dio un beso y cruzó la entrada. Rose cerró la puerta, aterrada por la escena que acababa de vivir.