viernes, 13 de mayo de 2011

El llanto del Atardecer. Capítulo 5: El retorno del mal


Capítulo 5: EL RETORNO DEL MAL

La carrera se ponía emocionante. Paul iba ganando pero Andrés hacía todo lo posible para adelantarle. Estaba claro que el deportivo de McCar estaba más preparado para carreras ilegales que el vehículo de su contrincante.

- ¿Puedo hacerte una pregunta?- le dijo Andrés a su rival mientras intentaba adelantarlo.
- ¿Qué si puedo dejarte ganar? ¡Ahí te quedas, pardillo!- gritó Paul riéndose.
- ¿Por qué te llaman McCar?
- Soy el dueño y señor de las carreras ilegales. Las he ganado todas. Todos los tipos que se han enfrentado a mí, han perdido.
- ¿Y qué pasa si te gano ahora?
- ¡NO LO HARÁS!
Paul pisó fuerte el acelerador y consiguió librarse fácilmente de Andrés. Éste, con furia y rabia, maldijo a su rival todas las veces que pudo antes de esquivar un árbol que estuvo a punto de fijar su destino. La meta estaba cerca y Paul parecía reinar el primer puesto. Con un derrape final, McCar se hizo con el triunfo de nuevo. Andrés, muerto de rabia, cruzó la meta con los ojos clavados en su enemigo. Los aplausos de mafiosos y delincuentes y los gritos y burlas por parte de Paul a Andrés por haber ganado se hicieron con el control de la situación. El chico, furioso, empujó a su rival con fuerza.
- ¿Quién te crees que eres, payaso? ¡Me has ganado a mí, pero con otros no lo harás!
- Sí lo haré, soy un profesional. Ya es la sexta vez que pierdes, ¿no? ¡Pobrecito!
- Juro por mi vida que esto no va a quedar así. ¡Te pido la revancha!
- Vaya, veo que quieres tu séptima derrota. Por el camino que llevas, vas a ser el peor conductor de carreras ilegales de la historia, pardillo.
- La semana que viene nos retaremos otra vez.
Andrés sacó el dinero que apostó en la carrera y se lo dio al vencedor.
- Nos vemos, pardillo…y gracias por la pasta.
El chico recordó las palabras de Bianca en su mente: <<No olvides jugar sucio>>. Segundos después, desapareció de ‘Blue Possy’

*

Dos días después del fatídico derrumbe de la iglesia, el comisario mandó a declarar a Alan y a Rose.
- Buenos días. Ustedes deben de ser Alan Jones y Rose Jones, ¿no?
- Sí, somos nosotros.- dijo Alan con la mirada baja.
- Sentimos que hayan retrasado su luna de miel pero la ley es la ley.
- No se preocupe. Nuestra vida está llena de sobresaltos por culpa de mi hermana.
- El tema fraternal es otro tema del que me gustaría hablar también.- dijo el comisario aclarándose la voz.
Los chicos se sorprendieron.
- Bueno. Ha dicho usted que sus vidas están llenas de sobresaltos por culpa de su hermana Bianca Jones. ¿A qué se debe?
- Bianca siempre le tuvo celos a Rose. Además, un día me habló de un pasado negro de mi esposa.- comentó Alan.- Llegó un momento en el que mi hermana enloqueció y se propuso quitar de en medio a Rose, incluso a mí también, con ayuda de sus cómplices.
- Todos los planes de su hermana fueron fallidos, ¿no?
- Sí.- dijo Alan tragando saliva.
- ¿Se ha preguntado por qué?
- ¿El papel de la policía? ¿Casualidad? ¡No me caliente la cabeza!
Silencio. El comisario se levantó.
- He estado un año estudiando este caso, señor Jones. Hágame caso. Su hermana Bianca parece padecer enfermedades mentales. Vamos, que no está bien del coco. Eso de crucificar a dos personas con una iglesia llena de bombas no es de estar muy cuerdo, y más, la noche de antes a la luna de miel.
- Señor comisario, todo lo que ha dicho ya lo sabía…
- Hay algo que usted aún no sabe.
- Dígamelo.- Alan agarró de la mano a Rose.
El comisario miro a la chica con los ojos serios y fríos. Su mirada escondía una gran verdad.
- Señor Jones, su hermana Bianca y su esposa…
- ¿Qué? ¿Qué pasa?
- Bianca y Rose son hermanas. HERMANAS DE SANGRE.
A Alan se le paró el corazón. Rose quedó petrificada.
- ¿Cómo dice? ¿Está loco?
- Tengo pruebas, señor Jones.- susurró el comisario entregando unos papeles al chico.- Al parecer, señora Jones, sus padres no querían a esa niña de ojos grises. No la buscaban, pero mire usted por dónde, nació. Separadas al nacer. Su hermana de sangre. Estos papeles lo confirman. Son pruebas de ADN.
Rose dejó caer algunas lágrimas.
- No puede ser…
- Tal vez puede ser ese el pasado que esconde Bianca.- rio el comisario.
Alan se tocó el pelo y cogió un pañuelo que había encima de la mesa para limpiarse el sudor.
- Muchas gracias por su colaboración, señores Jones.- se despidió el comisario con un estrechamiento de manos.
Rose se levantó tirando la silla y clavando los ojos en su chico.
- YA RECUERDO. YA LO HE RECORDADO. ¡YA LO HE RECORDADO!
*

En el salón de la Black Faith, la televisión era el ocio principal. Mientras que Bianca pensaba nuevos planes para destruir a su hermano y a Rose, Carl tenía la mirada sellada a aquel aparato eléctrico que tenía frente a él. Stephanie no estaba. Había salido.
- ¿Dónde está la solitaria de Steph?
- Ha quedado con Richard. El plan va viento en popa.- reía Bianca sacando un libro de la pequeña biblioteca del salón.- ¡Deberías de hacer tú lo mismo, Carl!
- Mmm… estoy eligiendo a mi víctima.- rio Carl.- Dame tiempo, preciosa.
La ventana estaba abierta. Esa noche refrescaba. Bianca se precipitó a cerrarla. La brisa le acariciaba en la cara.
- Tenemos que darnos prisa…Carl…
- ¿Por qué lo dices?
- Tenemos que acabar con Alan, Rose y sus amiguitos. También, conseguir suficiente dinero mediante la cocaína para irnos a Europa a rehacer nuestras vidas. Esto acabará pronto…
- Todo saldrá bien, Bianca. ¡El mal vencerá!
- Por supuesto.- rio Bianca soltando el libro en la estantería.- El mal y la muerte RETORNAN.

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