jueves, 9 de agosto de 2012

Hotel 666: La maldición de la familia Benoit (Cap.2)


CAPÍTULO 2
''LA FAMILIA BENOIT''

Después de vestirse, los chicos bajaron al comedor guiados por Ivette e Ingrid, el servicio de la familia Benoit. Ivette era la criada favorita de la familia. Era alemana. Tenía un aspecto alegre marcado en su rostro, aunque no lo tenía de muy buen color. A Pablo le caía muy bien. Por el contrario, Ingrid era serie y borde. Su aspecto oscuro daba la impresión de que acababa de llegar de un funeral. Una vez sentados en la mesa, un hombre alto y alegre que la presidía, tocó con la cuchara el vaso para llamar la atención de los presentes, pues se había formado un gran alboroto por la llegada de los nuevos.
- Por favor. Gracias.- agradeció el hombre.- Bueno, creo que estos chicos merecen unas explicaciones. Muy bien. Soy Lionel Benoit, el padre de esta familia. Os doy la bienvenida a nuestra casa. Creo que ya conocéis a Kasha- dijo señalando a la chica que había abierto la puerta del dormitorio-. Ésta es mi mujer, Cynthia.
- Buenos días, guapos.- dijo Cynthia luciendo una de sus mejores sonrisas. Luego, viendo que su hija mejor estaba a punto de tirar la comida, acudió junto a ella y salvó el desayuno.- Doofy, tan glotona que se pasa de la raya...
Los chicos rieron. Lionel terminó de presentar a la familia. Al lado de Ariadna estaba sentado el mayor de los hijos, Damian, que mostraba muecas de desconfianza hacia los chicos. Los hijos medianos, Dimitri y Orfeo, completaban el grupo.
- No os preocupéis, chicos, sabemos vuestros nombres. Gabriel nos habló de vosotros.- dijo Damian mirando a su plato con aire chulesco. 
- ¿Gabriel? ¿Lo conocéis?- preguntó Marilin asombrada.
- Sí, veréis. Estáis aquí por una razón...- dijo Lionel con aire de misterio.
- ¿Cuál?- preguntó Miguel desesperado. Observó que su desayuno era huevos fritos y leche.
- Proteger el fénix de plata.- continuó Lionel observando como Miguel devoraba la comida. Doofy, la hija menor de los Benoit, comía con más velocidad.
- ¿El fénix de plata? ¿Qué es eso?- preguntó con curiosidad Ariadna.
- Hace siglos, un viejo herrero fabricó con sus propias manos una especie de fénix de plata. Lo que no sabía nadie era que ese herrero tenía poderes mágicos. Algunos dicen que hizo un pacto con el demonio para conseguirlos. Aunque se cuestiona mucho...
Lionel hizo un molesto silencio.
- En fin, él fue el que forjó el fénix y lo dotó de poderes mágicos. Se dice que resucita al que muere, y que aparece cuando más lo necesitas. El problema es usarlo. Un hechizo lo protege y hace falta una contraseña para romperlo. Él mismo no pudo averiguar la contraseña al final de su vida y murió.
- ¿Él mismo no sabía la contraseña de su propio instrumento?- dijo Pablo sorprendido.
- Al parecer, no.- continuó Cynthia.- 
- Chicos, el fénix se encuentra en esta mansión.- confirmó Damian.- Pero debemos protegerlo de...
- Ya basta, Damian.- dijo Cynthia mirando a su hijo de una forma dura.
- No, cariño, déjalo. Deben saber la verdad.- dijo Lionel defendiendo a su hijo.
- Satanás necesita el fénix para fortalecerse. Tras la derrota de Abrahel y Baphomet, su alma oscura se debilitó.- continuó Damian.- Nuestra misión es impedir que consiga tal reliquia.
- ¿Y cómo nos habéis encontrado?- preguntó Miguel nervioso.
- Gabriel nos ayudó. Tranquilos, podéis confiar en nosotros.- dijo Kasha mirando a Pablo de una forma dulce. Ariadna se percató y tiró el tenedor al suelo para hacerse notar. Kasha rio maliciosamente, mientras Pablo la miraba con preocupación. 
El salón estaba decorado igual que la habitación. Había muchos muebles clásicos, como si estuvieran en la antigua Francia. También había una gran lámpara de cristal colgando del techo, con cientos de luces apagadas por los rayos de sol. 

El desayuno terminó con conversaciones alegres entre los chicos y la familia Benoit, que al parecer les caían bien. Después de la comida, Ivette, Ingrid y el mayordomo, Ordog, se encargaron de enseñarles las instalaciones a los nuevos. La mansión era gigantesca. Todo tenía un aspecto clásico mezclado con un tono lúgubre que según Marilin, era curioso. La casa tenía tres plantas. La planta baja tenía el comedor, el salón, las cocinas, dos baños, dos despensas y las habitaciones de los servicios. También había un sótano. La segunda planta contenía una biblioteca, una sala de estar pequeña, otro baño, un gran patio trasero que daba al inmenso jardín con fuente y una habitación cerrada. La tercera planta la formaban los dormitorios, dos despachos y las habitaciones para invitados, que eran dos. En la parte exterior había un jardín con una fuente central. Al lado del jardín había una pequeña casita vieja, que según Lionel servía para los trastos. Los chicos quedaron maravillados con la decoración.
- ¿Qué contiene esa habitación de ahí?- dijo Marilin señalando la puerta del cuatro cerrado de la segunda planta.
- Es altamente secreto.- respondió Ordog de mala gana.- Nosotros no estamos autorizados para decirlo.
Lionel apareció a sus espaldas, sonriendo a los chicos y sacando una pequeña llave.
- Ordog, gracias. Puedes retirarte. Vosotras también, Ivette, Ingrid.- dijo Lionel con un tono de voz suave mientras abría la puerta.- Entrad, chicos. Aquí esta el motivo de vuestra estancia. Cuidado, esta habitación es extraña...
- ¿Extraña? ¿Por qué?- dijo Miguel entrando. De pronto, cinco lanzas verticales cayeron del techo para clavarse en el suelo. El suceso provocó un chirrido de hierro que los chicos no podían soportar.
- Por eso, jovencito.- dijo Lionel riendo como si le hiciera gracia lo que había pasado.
- No tiene gracia.- zanjó Miguel sin poder parar la risa de Lionel.
- Oh, lo siento. No era mi intención ofenderte.- continuó Lionel.- Mi padre, que era dueño de esta mansión, encantó la habitación para que nadie pudiera llegar hasta el fénix de plata.
- ¿Esta es la habitación del fénix de...?- dijo Ariadna llevándose las manos a la boca.
- Sí, lo es.- siguió Lionel acercándose a la pared. Tocó cinco veces el muro y como si vinieran de la nada, cientos de púas atravesaron los muros por todas partes. Acto seguido, se encaminó a la especie de caja de cristal que había en el centro de la habitación. Tocó el cristal y desapareció. Los chicos vieron la cosa más hermosa que nunca vieron: el fénix de plata.
- Muy bien, este es.
- ¡Qué maravilla!- exclamó Marilin acercándose al fénix. 
- A partir de hoy, con nuestra ayuda, protegeremos esta fuente de inmortalidad para que las fuerzas del mal no lo utilicen. Si lo hicieran, sólo provocarían destrucción.
Pablo se acercó al fénix y lo contempló más maravillado que Marilin.
- A partir de hoy, chicos, este fénix será parte de vuestra sangre. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario