viernes, 6 de enero de 2012

Hotel 666: El comienzo. Capítulo 8


LOS TAMBORES DEL INFIERNO


Felipe seguía lleno de arrebato en el suelo, mientras que Débora les decía a los chicos que si todos los espejos estaban tapados. Asintieron. Segundos después, Débora agarró el cuello del pobre Felipe y pronunció un pasaje de la Biblia, haciendo que el chico se pusiera peor. Las partes de su cuerpo se iluminaron y empezaron a echar humo. La temperatura de Felipe era increíble. O despertaba de su pesadilla o moría. Débora seguía rezando cuando de pronto, la locura de Baphomet cesó.
- ¡Por fin! ¡Ha parado!- gritó Marilin protegiéndose en los brazos de Miguel.
Los ojos de Felipe se cerraron. De su pecho, como niebla espesa, salió la misma sombra que había salido minutos antes del espejo de María Tudor. Marilin se cubrió los ojos, muerta de miedo.
- Es él...- anunció Débora.
Dos ojos rojos como la sangre se iluminaron detrás de la espesa niebla negra. Minutos después, la niebla se transformó en luz, dando lugar a una silueta demoníaca. Era Baphomet, que había tomado forma desde lo más profundo de su alma muerta. Su rostro representaba el dolor y la muerte, orgullosos de pertenecer a él. La figura sonrió.
- Ave...
- ¿Qué quieres de nosotros?- dijo Miguel lleno de valentía.
- Alguien me invocó...- pronunció Baphomet con dificultad.- Y ese alguien pagará las consecuencias por quererme destruir.
Baphomet miró a Débora y notó una cierta familiaridad en ella. Se acercó a ella y le susurró unas palabras al oído.
- Ama, ¿qué debo hacer?
- Acaba con ellos, Baphomet...
La voz de Débora sonaba mortífera esta vez. La figura se alejó de ella y comprobó que los chicos no habían oído nada. Minutos después, Baphomet se acercó a los chicos y les miró llenos de odio.
- Los que nunca creyeron en Satanás, pagarán por ignorantes. ¿Dónde está vuestro Dios ahora?
La voz de Baphomet se identificaba con tambores roncos. Eran los tambores del infierno.
- ¡Vete de aquí!- gritó Marilin ayudada de su propio corazón.
- El mal va a conquistar el mundo y empezaré con vuestra destrucción.
- Jamás.- dijo una voz a las espaldas de los chicos.
- ¿QUIÉN ERES TÚ?
En la puerta de la entrada, una silueta negra iluminaba el día. La voz les resultó conocida a los chicos. Débora frunció el ceño y apretó los puños. Era Ariadna.
- Debíais de hacer caso a vuestros ancestros, que estaban en lo cierto. Una tradición esconde un secreto. En estos tiempos, lo inesperadamente equivocado, puede ser perfectamente real.- dijo Baphomet dejando escuchar su voz tamboril. 
- Esta vez, el que está equivocado eres tú.- aseguró Ariadna sacando un crucifijo de su bolsillo.
Baphomet se le abalanzó, pero por suerte, Ariadna lo esquivó, yendo a parar contra la pared. La chica le mostró el objeto al demonio, y éste, al verlo, se abrumó.
- Lo siento Baphomet. Toda tradición tiene un final... ¡Y ESTE ES TU FINAL! ¡CRISTO!
Al oír la última palabra de Ariadna, Baphomet dejó escapar un grito de dolor que acabó por debilitarlo. La espesa luminosidad que desprendía volvió a ser una niebla negra y espesa, que acabó con su desaparición. 
- No tientes al demonio a no ser que puedas derrotarlo.- dijo Pablo lanzándose a los brazos de Ariadna y riendo de triunfo y felicidad.
- ¡Conseguiste vencer a Baphomet, Ari! ¡Sabía que no nos abandonarías!
Ariadna sonrió, y por encima de los hombros de Pablo, contempló la mirada enfadada de Débora, que se acercaba a la chica con cautela.
- Esto es sólo el principio...Baphomet ya fue derrotado una vez. Satanás no fue derrotado nunca.- dijo Débora dando la bienvenida a Ariadna.
- Detendremos al mismo diablo. Pero nadie pagará las consecuencias.
- ¡Y descubriremos la entrada al infierno! 
Gabriel optó por sonreír. La vuelta de Ariadna le había hecho feliz. Le abrazó fuertemente y le susurró bellas palabras al oído. 
- ¿Por qué decidiste volver?- dijo Débora
- Buscaba una nueva vida. Y no me daba cuenta de que la nueva vida ya la había empezado...junto a vosotros...
Ariadna sonrió y acarició a Pablo. Los chicos se besaron, dejando ver su amor secreto que ninguno de los dos se atrevía a confesar. Todos rieron asombrados.
- ¿Qué le ha pasado a Felipe?- dijo la chica acudiendo en su ayuda.
- Baphomet se apoderó de su cuerpo y de su alma.- dijo Gabriel entristecido.
Ariadna le tomó el pulso al blanco cuerpo de Felipe. Lo peor estaba por llegar.
- No respira...
El silencio se apoderó de la recepción. 
- ¡NO RESPIRA!- gritó Ariadna dejando que su voz se fundiese con el terror de sus ojos.

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