lunes, 9 de enero de 2012

Hotel 666: El comienzo. Capítulo 10


LA PUERTA DEL INFIERNO

- ¿Qué quiere decir todo esto?- preguntó Ariadna, aterrorizada por los rostros sin forma de los súcubos.
- Gabriel no es un humano.- dijo Abrahel sonriéndole a la chica. Se dirigió a Gabriel y le miró profundamente a los ojos, con arrebatos de rabia y de rencor.
- Anda, valiente. ¿Por qué no les muestras tu verdadera forma?
Gabriel bajó la mirada y por un segundo, se sintió derrotado. Miró a sus amigos y se acercó a Ariadna. Los ojos del chico mostraban seguridad y valentía, pero su cuerpo no reaccionaba.
- Ari, es difícil de entender todo esto. Pero al fin y al cabo, los ángeles existen...
- ¿Qué me estás tratando de decir, Gabriel?- dijo Ariadna con lágrimas en los ojos.
Gabriel se apartó unos centímetros de ella y dejó que una luz intensa iluminara su cuerpo. Ariadna se tapó los ojos. Su retina no estaba acostumbrada a tan semejante resplandor. Lo siguiente que la chica vio fue a un hombre que se parecía a Gabriel. Era mucho más alto que él y de su espalda brotaban dos alas blancas e inmensas, casi transparentes. Sus ropas eran las mismas que Gabriel llevaba. El color de sus ojos era gris, como la superficie lunar. También llevaba una espada empuñada en su mano izquierda. Aquello que Ariadna estaba viendo era un arcángel.
- Díos mío...
- Escúchame, Ariadna.- replicó la voz del arcángel, que definitivamente era el mismo Gabriel.- Puede que creas que esto es un simple sueño, pero a veces, la realidad puede depararnos cosas inimaginables. Y una de esas cosas es haberte conocido. Gracias a ti, y a todos...
- Gabriel, hazme creer que esto es sólo un sueño. Que ni los ángeles existen ni los demonios...
- Los ancestros estaban en lo cierto. El mal siempre ha existido en La Tierra y siempre existirá. Muchos como yo protegemos hoy en día cualquier amenaza del mismísimo Satanás. Mi misión es protegeros de Abrahel. Por eso vine aquí. Este momento tenía que llegar...
Abrahel sonrió maliciosamente. Estaba cansada de diálogos. Deseaba destrucción.
- Ariadna.- continuó Gabriel.- este portal conduce a un lugar terrible. Siempre imaginaste el Infierno con llamas y la gente ardiendo. No es así. Es un lugar oscuro, donde existe dolor por todas partes y donde las tinieblas nunca cesan. Es un mundo paralelo al nuestro. Abrahel quiere hacerse con este mundo también, y por eso llamó a su ejército de súcubos. Sólo te pido una cosa. Los súcubos son especialistas en seducción. Te ruego que alejes a Miguel y Pablo de aquí. Llévalos a la habitación de las torturas. Allí estaréis a salvo.
Ariadna miró a Abrahel y luego le retiró la mirada para volver a Gabriel.
- Ariadna, hazme caso.- dijo Gabriel.- con esta espada acabaré con Abrahel y cerraré el portal.
- ¿Y si necesitas ayuda?- insistió Ariadna con un puñal de dolor en su corazón.
- La fuerza de tu corazón te avisará. Sólo si yo fallo tú serás la elegida para devolver el mal a donde pertenece. El lugar del que nunca debió salir.
Gabriel abrazó a Ariadna. Una ola caliente invadió a la chica.
- Vamos, ¡vete!
Ariadna y los demás corrieron a refugiarse a la habitación de las torturas. Esta vez, Ariadna sentía la suficiente valentía para enfrentarse a cualquier cosa. Gabriel miró a Abrahel y sonrió. Empuñó la espada con fuerza e intentó llamar la atención del gran súcubo.
- ¡SÚCUBOS! ¡ID TRAS ELLOS!- ordenó Abrahel, muerta de furia.
- Esto es entre tu y yo.- aclaró Gabriel elevándose en el aire.- ¡Y aquí termina todo!
Los súcubos corrieron a perseguir a los chicos, que habían bloqueado la puerta de la sala de las torturas. Derribaron la puerta que conducía a la sala de los espejos y entraron en ella. Marilin se encontraba en el suelo, desmayada. 
- ¡Marilin!- gritó Pablo, al mismo tiempo que acudía a socorrerla. El espejo de María Tudor brillaba entre las tinieblas.
- Chicos...- dijo Marilin intentando incorporarse.- Acudí aquí para descifrar el misterio de María Tudor y algo me golpeó. De lo demás no me acuerdo...
- Marilin, Abrahel y Gabriel están luchando en recepción. 
- ¿Abrahel? ¿Eh?
Ariadna suspiró.
- ¡DÉBORA ES UN DEMONIO! ¡Y GABRIEL UN ARCÁNGEL! Él vino para protegernos y me mandó reteneros aquí para manteneros a salvo. Un ejército de súcubos está intentando entrar aquí para matarnos. ¡Salieron de un portal que conduce al infierno!
- Díos mío...- pronunció Marilin, sin poder creérselo.- Gabriel...un arcángel...un portal al infierno... ¡UN PORTAL! ¡LO TENGO! ¡SÉ PORQUE MARÍA TUDOR VIAJÓ A ESPAÑA PARA INVOCAR AL DEMONIO!
Ariadna agarró a Marilin por los brazos y le suplicó que lo dijera. 
- María Tudor vino a España.- continuó Marilin.- porque era aquí donde sólo se podía comunicar con Satanás, ¡ya que sólo aquí se encontraba el portal paralelo a este mundo! ¡El Infierno!
- Ya tiene relación todo.- continuó Miguel.- La Inquisición fue un tribunal maldito. María hizo el pacto aquí mismo con Satanás. ¡Y él a cambio le pidió sus posesiones, o sea, la sala de torturas, y el hotel entero, que por entonces era pura tierra! Por eso...aparece aquí el portal. ¡Porque esto es la herencia de Satanás!
Todos permanecieron callados. Los gritos y golpes que se oían tras las paredes de los súcubos eran tremendos. La puerta de la habitación de las torturas no aguantaría mucho en pie. Ariadna pensó en la confianza que le había dado Gabriel y decidió salir. 
- Chicos, debo salir.
- ¿Estás loca?- dijo Pablo, sujetándola por el brazo.
- Debo salir. Algo me dice que Gabriel está en peligro. Debo ayudarle...
- ¡Ni se te ocurra salir! ¡No permitiré que te maten!- exclamó Pablo. 
''Las personas controlamos nuestra mente. Somos libres de pensar e imaginar lo que queramos. Pero a veces, el control se esfuma como las olas del mar, que van y vienen, y vuelven a venir. Si puedes pensar que todo irá bien, la realidad hará el resto.''
Ariadna cerró los ojos y se concentró.
''Y ahora reinará el silencio. Alguien te solicita. Tú puedes salvarte a tí y a los tuyos.''
Sintió una fuerza en su interior que nunca había sentido antes. Era como si sus pies se levantaran del suelo.
''He aquí el poder celestial. Ahora ve, y ayúdale. En tus manos está su destino, y el de todos''
Después de sufrir algunos mareos leves, Ariadna abrió los ojos. No se lo podía creer. Estaba frente a Abrahel, en la recepción. Gracias al poder de Gabriel, se había podido transportar desde la habitación de las torturas a la recepción. Observó que Gabriel estaba tendido en el suelo, herido gravemente. La espada estaba a su lado, fiel. Gabriel intentó hablar, pero sólo pudo susurrar levemente. 
- Acaba con ella, Ariadna...coge la espada y acaba con ella...confío en ti. Todos confiamos en ti...
Ariadna empuñó la espada y miró fríamente a Abrahel. 
''De pequeña, me enseñaron a ser valiente. A tomar decisiones justas y a tomar decisiones correctas. La vida de una mujer es un secreto guardado en el ático de los sueños. Una caja de sorpresas imposible de desvelar. Nuestro corazón recibe daño, pero siempre perdonamos. Somos sensibles a cualquier estímulo. Me enseñaron a ser fuerte y a afrotar los problemas, pero también a ser pura de corazón e inteligente. Y esta vez, me enfrentaré a la realidad. Porque confían en mí y yo confío en ellos. Y todo empieza, por la decisión que tomes.''
Un grito sonó en lo más profundo del Hotel 666. El espejo de María Tudor estalló en mil pedazos. 

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