sábado, 22 de septiembre de 2012

Hotel 666: La maldición de la familia Benoit (Cap.9)


CAPÍTULO 9
LA INFIDELIDAD

Lionel leyó en voz alta. Todos lo escucharon estupefacto. Nadie nunca había oído un relato tan sorprendente sobre una infidelidad contada en primera persona. Cuando Lionel pronunció las últimas palabras que minutos antes estaban cubiertas de tinta invisible, el silencio se hizo en la habitación. Doofy y Dimitri dejaron escapar un sonido divertido, y Ariadna los miró con dulzura. Pablo bajó la cabeza y contempló el diario de Di Leandro en manos del cabeza de familia.
- Así que esa tal Mary Jeth se acostó con Marco, que le fue infiel a Gabrielle...- se atrevió a decir Pablo alejando los pensamientos de Ariadna de su cabeza. 
- Seguimos igual.- dijo Gabriel dando un paso adelante bruscamente.- Ese tío se molestó en hechizar la tinta para una tontería. No nos descifra nada. Ese fragmento sólo nos habla de una de sus locuras nocturnas.
- Una cosa tenemos segura hasta ahora. Jonah sobrevivió y Gabrielle y Marco murieron. Lo que no sabemos es por qué sobrevivió el hijo y los padres no.- añadió Marilin.
- Es verdad. Se supone que había una grave epidemia por esos tiempos...- dijo Cynthia pensativa, mirando a sus hijos con una expresión de nerviosismo.
- Quizás todo el misterio esté en el fénix de plata.- aclaró Damian.
- Es extraño. El fénix mantuvo con vida a Jonah porque él sobrevivió después de la muerte de sus padres. Pero...¿cómo sabía Jonah la contraseña para activar la inmortalidad del fénix?- se preguntó Ariadna mirando a Pablo con una mirada de soslayo.
- Posiblemente no la supiera. A lo mejor Marco decidió salvarle a él, puesto que era la esperanza de la familia...
- Imposible.- negó Lionel.- Marco odiaba a su hijo porque era un enfermo mental.
- Sigo pensando que la clave es el fénix.- continuó Damian.
- Un momento.- se atrevió a decir Kasha, que miraba el diario con una pizca de curiosidad.- Creo que Marco Di Leandro sabía la contraseña desde el principio. Nunca la olvidó...
- ¿Cómo dices?- interrumpió su padre.
- Tiene sentido. La contraseña no tenía por qué ser una palabra. Podía ser un acto, una expresión...pero Marco no conseguía realizarla y por eso murió.
- Tienes razón, mi querida hija. No tenía por qué ser una palabra...
- Fuera lo que fuese, Jonah sabía la contraseña...y no creo que Marco se la hubiera dicho cuando lo odiaba a muerte.
- ¿Cuál es el papel de la madre en todo esto?- preguntó Cynthia.
- Creo que Gabrielle tiene que ver poco en el misterio.- se atrevió a decir Lionel.
- ¿Y si la infidelidad tiene que ver algo con todo esto?- añadió Damian.
- No es cierto. No encaja con las demás escenas.- se apresuró a decir Gabriel.- Haber leído ese fragmento ha sido un error. No nos ha aportado ninguna pista.
Gabriel cogió el diario y lo puso en una estantería que había al lado de la chimenea. Después, sus ojos fijaron la vista en la ventana. Algo en el cielo parecía brillar. Se apresuró a curiosear un poco más, pero aquella cosa todavía era muy pequeña para verse desde La Tierra. Era como un destello azul plateado, que poco a poco, se dirigía hacia donde estaban ellos.
- Algo se acerca. Del cielo. Es un destello plateado.
- Salgamos.- sentenció Lionel.
La familia Benoit, Ariadna, Pablo, Marilin y Gabriel salieron al jardín, donde pudieron ver que el destello azul plateado se acercaba más y más. El misterioso objeto aterrizó en la tierra a la velocidad de un cometa y levantando una gran capa de tierra. Cuando hubo pasado la humareda, todos pudieron comprobar que no se trataba de un objeto, sino de una persona. Su silueta se hizo más clara conforme se acercaba a ellos. Parecía un hombre, de aspecto legendario. Tenía el cabello negro, liso y no muy largo. Sus ojos plateados relucían a la luz de la Luna. Vestía una camisa blanca como las nubes, larga. También llevaba un pantalón negro humo y un chaleco del mismo color. Era delgado y al ver a Gabriel, lanzó una débil sonrisa.
- Amigo mío...
- ¡Miguel!
Marilin se estremeció al oír el nombre del misterioso hombre, que le recordaba a su amigo fallecido, puesto tenían el mismo nombre.
- Vaya, no has cambiado mucho desde que te fuiste. Sigues igual de descuidado.
- ¿Qué haces aquí, amigo? ¿Qué te trae por el mundo terrenal?
Miguel apartó la mirada de Gabriel y se fijó en los demás. Les sonrío con una sonrisa amable. 
- ¿Quién es, Gabriel?- preguntó Marilin con un tono curioso.
- Es Miguel, el arcángel que comanda el Ejército de los Cielos.
- ¿Arcángel?- dijeron Ariadna y Pablo a la vez. Después se miraron. Durante unos segundos, sus ojos quedaron cruzados como flechas. Acto seguido bajaron la cabeza sin mirarse.
- Sí.- dijo Miguel con una sonrisa, cerrando los ojos. De la espalda del ángel salieron dos alas blancas como la espuma, grandes. Gabriel le sonrió, guiñándole un ojo, mientras que los demás quedaron boquiabiertos. El cuerpo de Miguel desprendía un brillo muy intenso, que transmitía tranquilidad y paz.- Vengo a avisaros, y a advertiros.
- ¿Qué problema hay, hermano?
- El Ejército de los Infiernos está ganando fuerza de nuevo, hermano. Satanás está reclutando a nuevas fuerzas del mal para que se unan a él y luchar contra el mundo de los Cielos y el mundo terrenal. Nosotros, los ángeles, estamos dispuestos a luchar, pero no somos tan fuertes como esperábamos. Necesitamos más ayuda.
- ¿Qué puedo hacer al respecto?- preguntó Gabriel boquiabierto.
- Primero de todo, debéis proteger el fénix, ya que Satanás pretende usarlo para resucitar a Abrahel y Baphomet. No debemos permitir que ocurra eso. Supondría una catástrofe a nivel de los tres mundos. Segundo, nosotros, los ángeles, estamos dispuestos a unir las fuerzas con tus amigos, esta gente de aquí, para derrotar al mundo Infernal. Así, tanto la humanidad como el reino celestial quedará salvado. Sólo así podremos proteger nuestra naturaleza, nuestra raza y nuestra paz.
Los chicos se quedaron callados. Doofy empezó a llorar y Dimitri la consoló con una corta canción, que hizo sonreír a Miguel, que seguía de pie frente a los demás. Gabriel se dirigió a sus amigos y los observó con una mirada triste. Luego los miró fijamente.
- ¿Estáis dispuestos a ayudarnos?
- ¿Sabes una cosa, Gabriel?- se apresuró a decir Ariadna.- Hace meses derroté yo misma a Abrahel. Pero no fui yo sola. Mis amigos me ayudaron, y aunque hubo pérdidas inesperadas, todos conseguimos alejar el mal de nuestro mundo. Pero no sólo mis amigos me ayudaron. También lo hiciste tú, que ahora también formas parte de mí, y de todos. Sin la espada celestial no hubiera podido acabar con Abrahel. Y ahora es el momento de devolverte el favor. Estoy deseando ayudar al mundo de los ángeles a recuperar la paz. Cuenta conmigo.
Pablo miró con una sonrisa a Ariadna, pero ésta ni siquiera le miró.
- Y conmigo.- añadió. Ariadna se molestó en mirarlo esta vez.
- Y conmigo también.- dijo Marilin.
La familia Benoit se miró entre sonrisas y asintieron con la cabeza.
- Estupendo.- dijo Miguel sonriendo de nuevo.- Gracias.
- ¿Qué tenemos que hacer?- dijo Ariadna, que se dio cuenta de que Gabriel estaba llorando en silencio de emoción.
- Por ahora esperar la señal.- dijo Miguel mirando al cielo.- Estoy seguro de que sabréis cual es. Sobre todo Gabriel.
Gabriel dio un paso adelante y le tocó la espalda a su amigo.
- Supongo que es mejor fracasar todos juntos...
- No fracasaremos, amigo. Confío en ellos. Confío en mi. Y en ti también.

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