viernes, 24 de junio de 2011

El llanto del Atardecer. Capítulo 16: Génesis


Capítulo 16: GÉNESIS
(FINAL)

Había pasado un año desde la muerte de Bianca. Alan y Rose seguían siendo los chicos más felices del mundo y gracias a ese amor tan puro y verdadero, esperaban un bebé. Rose, a punto de dar a luz, avisó a Alan por teléfono.
- ¡Cariño! ¡Ya está aquí! ¡Ya está aquí!- exclamaba la chica con voz armoniosa.
Alan, que había conseguido un trabajo de administrativo en la empresa de su tío, pregonó por la oficina la noticia y salió corriendo, lleno de alegría. Cuando llegó a casa, besó a su mujer y cogió las cosas necesarias para quedarse una noche en el hospital después de que naciera el niño. Se montaron en el coche y, con las fuertes contracciones de Rose, se dirigieron al hospital. Allí, le atendieron enseguida. Mientras iban a la sala para intervenir a Rose, ésta le cogía la mano a Alan y le transmitía su confianza.
- ¿Te acuerdas hace dos años en este mismo hospital, cuando me trajiste herida?
- Me acuerdo como si fuera ayer.- le sonrió el chico a su esposa.
Los dos entraron en la sala. El doctor colocó a Rose y la abrió de piernas. Era el momento de dar a luz. Era el momento de dar una nueva vida.
- Está bien. Tienes que empujar todo lo que puedas, ¿vale?
- Bien, doctor.- respondió Rose un poco asustada.
La tensión se hizo con la situación. Alan no soltaba la mano de su esposa, que empezó a empujar para que el niño naciera.
- Vamos, Rose…acuérdate de nuestro amor, de lo que ha creado nuestro amor. Es el momento de concebir el fruto.
- Alan…Alan…me duele…- se quejaba Rose mientras intentaba empujar.
El doctor notó que la cabeza del bebé asomaba y la cogió.
- Vamos, Rose, ya queda poco. ¡Un poco más!
Un grito de dolor puso final a la tensión. El bebé había nacido.
- Es niña.- añadió al enfermera al mismo tiempo que ponía al bebé en brazos de su madre.- ¿Tenéis pensado ya el nombre?
- Sí, enfermera.- sonrió el chico.- Se llamará Génesis.
- Bonito nombre.- interrumpió el doctor retirando las sábanas de Rose.- Se parece a su madre.
Todos rieron. Rose acariciaba la piel arrugada de su hijo recién nacido. Sentía una sensación de felicidad y responsabilidad que nunca había sentido antes. Alan les hizo una foto y a continuación, besó su esposa.
- Soy el hombre más feliz del mundo. Hemos pasado de todo y seguimos juntos. Ahora nuestra misión es cuidar de nuestro hijo y ser felices. No lo merecemos.
- Te quiero tanto…Alan…- sentenció Rose sonriendo.
*

- ¡Papá, el agua está muy fría!- decía Génesis jugando con la espuma del mar.
Rose se acercó a jugar con la niña. Era muy dulce ver a madre e hija juntas jugando con la arena y con el viento que corría. El atardecer se posaba sobre el horizonte, dispuesto a hacer su función melodiosa de cada día. De pronto, el móvil de Alan sonó. Un mensaje había llegado a su teléfono. Lo leyó durante unos segundos y sonrió.
- Rose, es Richard. Tiene planes de boda.
- ¿De verdad?- preguntó Rose.- ¡Es maravilloso! Seguro que hará a Verónica muy feliz.
- De eso estoy seguro.- sonrió el chico.
Bloqueó el móvil y lo guardó en su bolsillo.
- Otro atardecer más, Rose.- dijo Alan pasando su mano por el hombro de su esposa.
Rose se acercó a su marido y los dos observaron a Génesis jugar.
- Y los que nos quedan por ver los tres juntos.- concluyó Rose besando a Alan. Acto seguido, fue a la orilla y le salpicó agua en la cara. Éste la cogió y se puso a bailar con ella ante la mirada de gozo de Génesis, que chillaba de alegría y de emoción.
- ¡Creo que alguien se va a mojar hoy mucho!- exclamó Alan riendo.
- ¡Suéltame!- se quejaba Rose muerta de la risa.
- No, no. Ahora, ¡verás!- exclamó Alan. Y dicho esto, la tiró al agua. Mientras tanto Génesis, que ya tenía cuatro años, se puso a observar a sus padres pelearse de mentira en el agua. Sin pensárselo dos veces, se zambulló a divertirse también.

FIN

Aquí finaliza El Llanto del Atardecer y la Saga de Amor Eterno. Doy agradecimientos a todos mis lectores que han dedicado parte de su tiempo en leer los 16 capítulos que forman esta novela y los 15 que forman Amor Eterno. Sin vosotros, no hubiera tenido ánimos para continuarlo. Gracias por esos apoyos y por la felicidad y el entusiasmo que me transmitís cada día. Prometo satisfaceros cada vez más con mis relatos para que los problemas se disipen de vuestra mente y os divirtáis.

Porque sólo se vive una vez y esa vez es para ser feliz

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