martes, 14 de junio de 2011

El llanto del Atardecer. Capítulo 12: Luto de medianoche


Capítulo 12: LUTO DE MEDIANOCHE

La policía reaccionó rápidamente. Bianca soltó la pistola y dio voz de alarma por la Black Faith.
- ¡Salgamos por la puerta de atrás! ¡La policía está aquí!- bramó Bianca buscando la mirada de su compañero.- Max, ¡coge a Alan y a Rose y vámonos!
- ¡Bianca!- gritó Stephanie.- ¡Han cogido a Dan KK! ¿Dónde nos vamos? ¡Nuestro escondite está sentenciado!
- ¡Cállate, loca!- insistió Bianca.- A la muerte de Giovanni, sus queridos ‘amigos’ seguro que se irían para escapar de la policía. Vamos a su escondite, allí estaremos seguros.
- Recibido.- sentenció Max al salir por la puerta de atrás. Arrancó el coche y esperó a que los demás trajeran a los secuestrados. Cuando ya estaban todos, se marcharon del escondite de la Black Faith.
- ¡HELENA!- gritó Verónica al ver a su hermana muerta en el suelo. La sacudió, pero no hubo respuesta. Richard hizo lo mismo con Lily. Habían sido víctimas de otro asesinato de Bianca.
- Vamos a comisaría. Cercaremos el edificio y abriremos de nuevo el caso. Sus ocupantes se han ido.- comentó el agente.
- Hemos capturado a un miembro de esta organización criminal.- interrumpió otro policía.- Se hace llamar Dan KK.
El corazón de Verónica se encogió.
- Ojalá te pudras en la cárcel…- le dijo la chica a su enemigo.
- Hemos encontrado cocaína ahí dentro.- anunció otro agente.- ¡Entrad!

*

Mientras que la policía se encargaba de invadir el escondite de la Black Faith, Bianca y los demás llegaban al escondite del difunto Giovanni.
- Qué asco…- objetó Bianca bajándose del coche.- No sé cómo podían vivir aquí…
Una vez dentro, investigaron la zona.
- Está deshabitado.- afirmó Max.
- Una pregunta. ¿Qué hacemos con el dinero y la droga que había dentro de nuestro escondite?- preguntó Stephanie con un tono de voz melancólico.
- Sólo hay una solución…-susurró Bianca ante la mirada dolorida de sus enemigos: Alan y Rose.- Quemar la Black Faith…y que se muera con ella todo lo que hay dentro.
- Estarás de broma, ¿no?
- Hay que ser realistas. La policía la tiene vigilada. Ahora más que nunca, dependemos del presente.- aclaró Bianca, acariciándose el cuello.
Alan y Rose relajaron la mirada.
- Mañana por la noche quemaremos el escondite de la Black Faith y nos libraremos de estos dos.- sentenció Bianca.- Ahora, a dormir…

El día siguiente no comenzó demasiado bien para Richard y Verónica. Se encontraban en el cementerio, en el entierro de Lily, Ray y Helena. Verónica, con el alma destrozada, se abalanzó sobre la tumba de su hermana, llorando y llorando sin parar. El sacerdote se alejó después de dar la misa y los familiares permanecieron inmóviles. Miles de flores adornaban las tumbas de los chicos, que decoraban la sombra de un árbol.
- No se merecían este final…- se lamentó Richard.
- La mitad de las cosas que nos pasa, no las merecemos de ningún modo.- consoló Verónica.
- Bianca se debilita. Ya ha perdido a uno de sus desgraciados y su escondite. Solo falta el paso final.
Verónica acarició a Richard.
- Todo saldrá bien. Confía en mí.
- Gracias Verónica, eres una de las mejores personas que hay en el planeta…te lo digo de corazón.
- No se merecen, Richard. Tú también te has portado genial conmigo. Es lo menos que puedo hacer.
Sus miradas se cruzaron. Segundos después, se abrazaron llenos de dolor.

*

No es que sea la cárcel el lugar favorito de Dan KK. Siempre las ha odiado, desde pequeño. Desde que cometía sus primeros robos, odiaba estar detenido. Consideraba siempre que no había hecho nada malo. ‘Cosas mías’ decía siempre. Se levantó de su camilla después de echar la siesta y se dirigió al taller. Saludó a su compañero, pero la calma le duró poco.
- Vaya, vaya, mira quién es el nuevo…
Dan KK dio un paso para atrás.
- ¿Qué puñetas haces aquí?
- Pues un asesinato cruel y despiadado, ¿y tú?
- Comercio con la droga.
- ¡VEO QUE SIGUES SIENDO IGUAL DE DESGRACIADO!
Era Robin, antiguo amigo del chico. Cuando Dan KK todavía era Daniel y no conocía la Black Faith, se dedicaba a ligar entre las chicas de la ciudad cuando iba de fiesta. Pero una obsesión amorosa terminó con la vida de la hermana de Robin, Gaia. Desde entonces, ese negro recuerdo le ha dejado marcado en su mente todos estos años. Robin se acercó a Dan y lo miró de arriba abajo.
- ¿También me vas a matar a mí?
- Fue un accidente…
- ¡NADA DE ACCIDENTES! Mataste a mi hermana y juré vengarme. Más te vale escaparte si no quieres que te ofrezca una visita eterna al infierno, Ketkowen.
- No me amenaces.- concluyó Dan KK con tono agresivo. Segundos después, se alejó de su enemigo.
Esa misma medianoche, el silencio era el rey en la cárcel. Los policías se habían tomado un descanso y los pasillos de la primera planta estaban sin vigilancia. Robin salió sigilosamente de su habitación con dos de sus más fieles compañeros para quitarle la vida al asesino de su hermana Gaia. Con miradas hacia los lados para asegurarse de que no venía nadie, entraron en la celda del chico, con cuidado para no despertarlo. Robin se colocó cerca de la cama y cogió a Dan por el cuello, presionándolo con todas sus fuerzas. Éste abrió los ojos y vio las pupilas de su enemigo ardiendo en venganza. Eso fue lo último que vio antes de morir estrangulado. En ese mismo momento, el escondite de la Black Faith ardía en llamas y tragándose consigo a los policías que investigaban la zona y toda la droga y dinero que quedaba sin retirar.

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