sábado, 25 de junio de 2011

Curiosidades del Llanto del Atardecer


* En el capítulo 2 (Perjudicial), Alan hace un homenaje a Amor Eterno, recordándole  a su esposa Rose que su amor es eterno.

* Aunque a veces no lo parezca, Stephanie quiere evitar encontrarse con Ray para no matarlo directamente.  Siempre quiere dejarlo pensativo con lo que le dice para que cada vez se interese más en ella

*Giovanni era un antiguo miembro de la BLACK FAITH, uno de los primeros. Lo sustituyó Andrés y por eso, le tiene tanto odio. Aunque el verdadero objetivo de Giovanni es acabar con la vida de Bianca para hundir el grupo. El motivo de su expulsión fue la ambición y el dinero, que hicieron al chico coger el dinero y vender a los otros miembros a la policía.

* Rose rinde alude al Capítulo 15 (Jaque Mate) cuando en el capítulo 7 (Obsesión) dice Rose:
''No importa un jaque mate''

* Dan KK es el exnovio de Veronica

* Amanda, la madre de Alan, no aparece casi nada en la novela. Sólo aparece en la boda de su hijo y en el entierro de Bianca

* Black Faith significa 'Fe Negra', algo que alude al triste final de Bianca

* El capítulo 12 'Luto de Medianoche' es el capítulo que más cambios ha tenido. Originalmente, se iba a llamar Silencio y luto

* Cuando Bianca se va a suicidar, antes de apretar el gatillo mira al suelo (aludiendo a la localización del infierno según la Biblia) y acto seguida añade: - Va por ti. Es una alusión a Steve.

* Cuando Max se engancha el pantalón con los raíles del tren, y ve a éste acercarse deprisa, pronuncia: Non je ne regrette rien, que significa 'no me arrepiento de nada'

* Si te das cuenta, todos los antagonistas de la novela (La Black Faith) mueren  menos Stephanie, que la captura la policía.

* La última frase antes de enfrentarse a sus enemigos es : Alea Iacta Est, que es una expresión latina que significa 'La suerte está echada'

viernes, 24 de junio de 2011

El llanto del Atardecer. Capítulo 16: Génesis


Capítulo 16: GÉNESIS
(FINAL)

Había pasado un año desde la muerte de Bianca. Alan y Rose seguían siendo los chicos más felices del mundo y gracias a ese amor tan puro y verdadero, esperaban un bebé. Rose, a punto de dar a luz, avisó a Alan por teléfono.
- ¡Cariño! ¡Ya está aquí! ¡Ya está aquí!- exclamaba la chica con voz armoniosa.
Alan, que había conseguido un trabajo de administrativo en la empresa de su tío, pregonó por la oficina la noticia y salió corriendo, lleno de alegría. Cuando llegó a casa, besó a su mujer y cogió las cosas necesarias para quedarse una noche en el hospital después de que naciera el niño. Se montaron en el coche y, con las fuertes contracciones de Rose, se dirigieron al hospital. Allí, le atendieron enseguida. Mientras iban a la sala para intervenir a Rose, ésta le cogía la mano a Alan y le transmitía su confianza.
- ¿Te acuerdas hace dos años en este mismo hospital, cuando me trajiste herida?
- Me acuerdo como si fuera ayer.- le sonrió el chico a su esposa.
Los dos entraron en la sala. El doctor colocó a Rose y la abrió de piernas. Era el momento de dar a luz. Era el momento de dar una nueva vida.
- Está bien. Tienes que empujar todo lo que puedas, ¿vale?
- Bien, doctor.- respondió Rose un poco asustada.
La tensión se hizo con la situación. Alan no soltaba la mano de su esposa, que empezó a empujar para que el niño naciera.
- Vamos, Rose…acuérdate de nuestro amor, de lo que ha creado nuestro amor. Es el momento de concebir el fruto.
- Alan…Alan…me duele…- se quejaba Rose mientras intentaba empujar.
El doctor notó que la cabeza del bebé asomaba y la cogió.
- Vamos, Rose, ya queda poco. ¡Un poco más!
Un grito de dolor puso final a la tensión. El bebé había nacido.
- Es niña.- añadió al enfermera al mismo tiempo que ponía al bebé en brazos de su madre.- ¿Tenéis pensado ya el nombre?
- Sí, enfermera.- sonrió el chico.- Se llamará Génesis.
- Bonito nombre.- interrumpió el doctor retirando las sábanas de Rose.- Se parece a su madre.
Todos rieron. Rose acariciaba la piel arrugada de su hijo recién nacido. Sentía una sensación de felicidad y responsabilidad que nunca había sentido antes. Alan les hizo una foto y a continuación, besó su esposa.
- Soy el hombre más feliz del mundo. Hemos pasado de todo y seguimos juntos. Ahora nuestra misión es cuidar de nuestro hijo y ser felices. No lo merecemos.
- Te quiero tanto…Alan…- sentenció Rose sonriendo.
*

- ¡Papá, el agua está muy fría!- decía Génesis jugando con la espuma del mar.
Rose se acercó a jugar con la niña. Era muy dulce ver a madre e hija juntas jugando con la arena y con el viento que corría. El atardecer se posaba sobre el horizonte, dispuesto a hacer su función melodiosa de cada día. De pronto, el móvil de Alan sonó. Un mensaje había llegado a su teléfono. Lo leyó durante unos segundos y sonrió.
- Rose, es Richard. Tiene planes de boda.
- ¿De verdad?- preguntó Rose.- ¡Es maravilloso! Seguro que hará a Verónica muy feliz.
- De eso estoy seguro.- sonrió el chico.
Bloqueó el móvil y lo guardó en su bolsillo.
- Otro atardecer más, Rose.- dijo Alan pasando su mano por el hombro de su esposa.
Rose se acercó a su marido y los dos observaron a Génesis jugar.
- Y los que nos quedan por ver los tres juntos.- concluyó Rose besando a Alan. Acto seguido, fue a la orilla y le salpicó agua en la cara. Éste la cogió y se puso a bailar con ella ante la mirada de gozo de Génesis, que chillaba de alegría y de emoción.
- ¡Creo que alguien se va a mojar hoy mucho!- exclamó Alan riendo.
- ¡Suéltame!- se quejaba Rose muerta de la risa.
- No, no. Ahora, ¡verás!- exclamó Alan. Y dicho esto, la tiró al agua. Mientras tanto Génesis, que ya tenía cuatro años, se puso a observar a sus padres pelearse de mentira en el agua. Sin pensárselo dos veces, se zambulló a divertirse también.

FIN

Aquí finaliza El Llanto del Atardecer y la Saga de Amor Eterno. Doy agradecimientos a todos mis lectores que han dedicado parte de su tiempo en leer los 16 capítulos que forman esta novela y los 15 que forman Amor Eterno. Sin vosotros, no hubiera tenido ánimos para continuarlo. Gracias por esos apoyos y por la felicidad y el entusiasmo que me transmitís cada día. Prometo satisfaceros cada vez más con mis relatos para que los problemas se disipen de vuestra mente y os divirtáis.

Porque sólo se vive una vez y esa vez es para ser feliz

miércoles, 22 de junio de 2011

El llanto del Atardecer. Capítulo 15: Jaque Mate


Capítulo 15: JAQUE MATE

- Este es el sitio.- afirmó Verónica a unos pocos metros de las vías del tren.
- Alea Iacta Est- sentenció Richard.
Los dos jóvenes se acercaron a la escena. Vieron como Alan y Rose estaban atados a los raíles y el tren se acercaba. Ya se oía su sonido. El sonido de la muerte. El chico soltó el maletín en el suelo y detrás suya, ante la atenta mirada de Bianca y los demás. Ésta se acercó a Richard y Max fue a revisar que Alan y Rose estuvieran bien atados.
- Primero los chicos. Después el dinero.
- Creo que va a ser al revés.
- Aviso, no quiero dar sorpresas…y os conviene hacerme caso.
Bianca se acarició el cuello y sonrió.
- Está bien. Max, ¡suelta a los chicos!
El delincuente cogió una navaja y desató a Alan y Rose, que corrieron a ponerse a salvo. Verónica los miró y les transmitió que estuvieran tranquilos, que todo estaba a punto de terminar.
- Y bien…ahora el dinero.- dijo Bianca sacando la pistola.
Richard se adelantó y empujó a la asesina, haciendo volar la pistola por los aires. Acto seguido, sacó su arma blanca y la amenazó. De pronto, se oyó la sirena de la policía. Richard estaba confuso.
- ¿Pero cómo?
- No lo pude evitar, tenía que hacerlo.- se excusó Verónica al reconocer que ella había sido la responsable de llamar a la policía.
- ¡VÁMONOS BIANCA!- bramó Stephanie mirando al coche de policía, que se acercaba cada vez más.
Bianca corrió a más no poder, escapando del arma de Richard. Cruzó las vías y esperó a que los suyos lo hicieran también para escapar.
- ¡CRUZAD! – gritó la chica desde el otro lado.
Max, que todavía se encontraba al borde de los raíles, intentó cruzar las vías. Era su día de mala suerte. Su pie se había enganchado entre los raíles y estaba atrapado. Cuando Bianca intentó hacer algo, para Stephanie ya era demasiado tarde. La policía ya la había capturado.
- ¡DESGRACIADOS, SOLTADME!- bramaba Stephanie ante la presión del agente.
Bianca seguía intentado ayudar a Max, pero el tren estaba demasiado cerca.
- Dios mío…- lloraba Rose del mismo pánico de la escena.
- Non je ne regrette rien- añadió Max viendo su triste final
En un abrir y cerrar de ojos, el tren arrolló al traficante y solo sus restos hechos picadillo adornaban las vías. Bianca se quedó petrificada. Se tiró al suelo, muerta de dolor. La policía intentó atraparla, pero escapó una vez más. Arrancó el motor del coche y se marchó.
- ¡DETENTE, POLICÍA!- le gritó un agente.
- Sé a dónde va.- afirmó Alan.- A la playa donde murió Steve. Puedo llevaros.
El chico y su esposa se montaron en los coches de policías con los agentes y se marcharon detrás de Bianca. Seis agentes se encargaron de retirar el cuerpo destrozado por el tren de Max y un coche se encargó de llevar a Stephanie a comisaría. La jefa de la Black Faith, que miraba con angustia el retrovisor del coche para ver si le perseguían, llegó a la playa y se bajó corriendo. Lo tenía todo perdido y cualquiera de sus actos podría sorprender. Alan le dijo a la policía que guardara paciencia, que ella estaba desarmada y su hermana quería hablar con ella. Los agentes aceptaron con la condición de detenerla después de aclarar las cosas o dispararle si era necesario.
- De nuevo estoy aquí.- dijo Bianca contemplando el Sol, que estaba  a punto de ponerse.
- ¡BIANCA!- gritó Rose acercándose a su hermana.
- Ni tengo armas ni tengo corazón. Lo tengo todo perdido, hermana.- se lamentó la chica.
- ¿Por qué Bianca? ¿Por qué tanto dolor?
Bianca se acercó a su hermana.
- Antes de que me vaya- predijo Bianca.- Quiero que sepas algo. En el fondo, no te iba a asesinar. Solo quería pasar tiempo contigo, el tiempo que perdimos en un pasado. Si hubiera querido matarte, lo habría hecho el primer día que te secuestré.
- Bianca…
- Escúchame Rose. Lo tenía todo perdido y pedí un rescate. Sabía que iban a venir Richard y Verónica y te solté junto a Alan.
- Pero Bianca, aún podemos recuperar el tiempo perdido. Entrégate, por favor.
- Nunca, Rose. Tengo que honrar la muerte de mis amigos.
Bianca sacó de su pecho una pistola pequeña y apuntó al suelo. Los agentes de policía se aseguraron de que no disparara.
- Adiós Alan. Adiós Rose. Va por ti, Steve.- sentenció Bianca mirando al suelo. Acto seguido, se colocó la pistola en el lateral de la cabeza y disparó, cayendo muerta en el acto en un charco de sangre que manchó la arena. La líder había muerto.
La policía acudió inmediatamente. Recogieron el cuerpo de la arena mientras que Alan y Rose observaban el atardecer en la playa, abrazados de dolor y con lágrimas en los ojos.
- El atardecer llora por su muerte.- dijo Alan roto de dolor.
- En el fondo, nos quería…- afirmó Rose.

*

No había Sol. No había luz. Solo nubes negras de otoño relucían en el cielo. Era un día triste. Alan, Rose, Richard, Verónica y Amanda se encontraban delante de la tumba de Bianca, que estaba enterrada al lado de la tumba de Steve, el único amor de su vida. Después de dar la misa, el sacerdote se marchó. Comenzó a llover. La cara de Alan, empapada por el agua, soltaba lágrimas y lágrimas de dolor. El luto era el rey en ese momento.
- Descansa en paz…Bianca.- añadió Alan soltando una rosa blanca en lo alto de la tumba. Rose le siguió con un clavel rojo. Amanda permanecía seria. Al fin y al cabo la cuidó durante mucho tiempo.
Poco a poco, los chicos se fueron marchando. Primero Richard y Verónica, después Amanda y finalmente se quedaron Rose y Alan abrazados frente a la tumba. La chica tocó el cemento.
- A pesar de todo lo que nos has hecho…te quiero.
- Y yo, Bianca.- sentenció Alan yéndose con su esposa muerto de dolor.

El llanto del Atardecer. Capítulo 14: El plan final


Capítulo 14: EL PLAN FINAL

Carl, aún con la sangre caliente, permanecía colgado del techo ahorcado. La situación se hizo tensa y aterradora. Solo una cuerda gruesa y una lámpara acabaron con su vida. Realmente, estaba enamorado de Bianca. Ésta comenzó a chillar. Sus gritos hicieron que Stephanie acudiera a la habitación, contemplando la horrorosa escena.
- ¿Qué habrá pasado?- preguntó Alan a su mujer con los ojos entreabiertos.
- Alguien ha dejado este mundo…y ese ha sido Carl.
- ¿Cómo lo sabes?
- Ha estado todo el día encerrado en cuarto por el rechazo de Bianca, y, por amor, se ha suicidado.
- Que final tan…
- El destino nos aguarda tantas sorpresas. Un día te paras frente al espejo y te preguntas… ¿todo esto me ha pasado a mí? Es increíble…
El luto se acercaba más y más al escondite de Giovanni, a invadir los corazones de los chicos.
- Max, se acabó. Mi última esperanza ha dado fruto…
- ¿Qué ocurre Bianca?- preguntó el chico aún contemplando el cadáver de Carl colgando de la lámpara.
- Ya tengo el plan final. El plan que acabará con todos nuestros problemas. Si fallamos, todo se habrá esfumado: Europa, la felicidad…todo.
- ¿Cuál es el plan?- susurró Stephanie lentamente.
- Nos libraremos mañana por la mañana de Rose y Alan en las vías del tren, pero antes pediremos un rescate por ellos. Cogemos el dinero y los borramos del mapa junto a sus amiguitos que tendrán que venir solos con la pasta. Así, habremos concluido la venganza y nos marcharemos a Europa. Sin policías ni nada por el estilo.
- Me parece buena idea.- afirmó a Max descolgando a Carl.
- Descansa en paz, Carl.- se lamentó Bianca.
Rose y Alan, que habían oído desde lejos el plan de Bianca estaban aterrorizados. Los pasos de Max se sentían cerca. Iban a enterrar a Carl en el jardín. Lo vieron venir con el cadáver del fallecido entre los brazos, con el cuello roto. Rose no pudo evitar soltar unas lágrimas cuando vio a su enemigo muerto.
- Al fin y al cabo, era un ser humano.- sentenció Alan.

*

Richard se había acercado a la casa de Verónica a comprobar que estaba mejor pero ese no fue el resultado que esperaba. Verónica seguía destrozada por la muerte de su hermana y eso nadie lo podía cambiar. El chico le acarició el pelo y ésta se recostó en sus piernas.
- Me gustaría que todo fuera tan distinto…
- Siento mucho lo que te ha pasado, Verónica. Pero no podemos cambiar el pasado. Ahora debemos centrarnos en proteger a los demás para que Bianca no acabe con ellos como hizo con Ray, Lily y tu hermana.
- Tienes razón. Esos desgraciados tienen que pagar…
- ¿Sabes? Ahora es cuando debemos ser más fuertes…
- Richard…si no fuera por ti estaría perdida…
La chica levantó la cabeza y se puso a la altura de los labios de su amigo.
- Verónica…no tienes que darme las…
Sin que le diera tiempo a terminar, Richard fue la dulce víctima de un hermoso beso de Verónica. Después, se abrazaron tan fuertemente que rompieron a llorar de la emoción. Sonó el teléfono.
- ¿Sí?- respondió Richard con mal genio al ver interrumpido su momento con la chica.
- ALAN Y ROSE EN PELIGRO. SI QUEREIS VOLVER A VERLOS TRAED OCHO MIL DÓLARES MAÑANA AL MEDIODÍA A LA VÍA DEL TREN DE LAS AFUERAS DE LA CIUDAD. EL TIEMPO FLUYE.- bramó la voz al otro lado del teléfono, colgando de inmediato.
- ¿Quién era?- Verónica tenía curiosidad.
- Seguramente algún desgraciado de la Black Faith. Quieren cinco mil dólares mañana al mediodía por el rescate de Alan y Rose.
- ¿Qué? ¿Están locos?- gritó Verónica con un puñal de angustia clavado en el pecho.
- No tengo ese dinero…no sé lo que vamos a hacer. Se supone que tenemos que ir a las vías con el dinero mañana.
- Vamos a la policía.
- ¡No!- exclamó Richard.- Ya los conoces. No quieren policía.
- ¿Entonces qué hacemos?- preguntó Verónica asustada.
- Llevaremos un maletín falso.
- No se lo creerán.
- Les conviene hacerlo.
- Richard, deja que la policía se encargue de esto.- se preocupó Verónica dejando escapar unas lágrimas por su cara.
- ¡Hazme caso, Verónica!- continuó Richard.- Llevaré una navaja en el bolsillo por si hay que inmovilizarlos.
Verónica se quedó callada y besó al chico.
- Confío en ti…

En el nuevo escondite de Bianca, no amaneció muy bien: Stephanie había desaparecido. Alan y Rose vieron a su hermana buscarla por todos lados al igual que Max, pero no aparecía. ¿Dónde se había metido? A la hora de llevar a cabo el último plan, desaparece. De pronto, llegó un mensaje al móvil de Bianca.
‘Bianca, aquí está todo preparado. Os espero con los desgraciados de Alan y Rose. Ayer por la noche me fui del escondite para llamar a Richard y Verónica. Cogí sus números de teléfono del móvil de Alan. Estuve toda la noche preparando su lecho de muerte. No tardéis.’
- Genial.- sonrió Bianca.- Max, Stephanie ha llamado a los amiguitos de Alan y Rose y ha estado toda la noche preparando su escenario eterno. Vamos, tenemos que irnos.
Los delincuentes cogieron a la fuerza a los chicos y se marcharon del escondite. Poco tardaron en llegar a las vías del tren. El tren estaba a punto de pasar. Tenían que actuar rápido. Cinco minutos después, Alan y Rose estaban atados en los raíles del tren, esperando a que su verdugo de hierro los arrollara. Verónica y Richard se tenían que dar prisa. La vida de sus amigos estaba en juego. 

lunes, 20 de junio de 2011

El llanto del Atardecer. Capítulo 13: La decisión



Capítulo 13: LA DECISIÓN

Amaneció en las afueras de Washington D.C. Bianca se había levantado antes de las seis de la mañana para pasear por los alrededores del escondite de Giovanni. Sus únicas esperanzas estaban llenas de dolor y miedo. Si cometía otro error, la policía acabaría con ella y con los suyos. Pero no solo macharse a Europa para rehacer su vida daba vueltas en la cabeza de la chica. El amor también era uno de sus mayores problemas. Tenía que elegir entre uno de los dos chicos que cambiaron su vida y a los que ella quería un montón. Pero parecía que ya había decidido. Su corazón ya había tomado una decisión. Entró en el escondite y comió algo.
- Nos queda poco tiempo. Tenemos que pensar algo.- intervino Max.
- Todavía necesito tiempo para planear algo…pero mi corazón ya ha decidido.- se defendió la chica.
- ¿Decidido? ¿En qué sentido?
- Mis sentimientos se han despejado y ya sé a quién quiero.
- Pues tiempo es lo que nos falta, Bianca. Cuanto antes acabemos con esto, mejor.
- ¿He oído bien?- interrumpió Carl llegando a la pequeña cocina.
Bianca se quedó en blanco, mirando a Carl. Acto seguido, Max fue el objetivo de su mirada.
- ¿Y bien, Bianca?- se impacientó Carl.
- Os quiero un montón a los dos. Carl ha estado siempre apoyándome durante la muerte de Steve pero es verdad que casi todo el tiempo que ha estado fuera, ni me ha llamado. Es como si se hubiera olvidado de mí. Por el contrario, Max ha estado conmigo en todo, me ha respetado y me ha querido desde el principio tal y como soy.
- Al grano, Bianca.- aceleró Carl.
- Quiero que me hagas la mujer más feliz del mundo en Europa…Max.- sentenció la chica.
Los dos se abrazaron y después lanzaron al cielo un beso lleno de amor. Carl, muerto de rabia, abandonó la pequeña cocina tirando la puerta abajo.
- Me debe comprender…
- No te preocupas. Lo hará.
Carl se encerró en su cuarto ante la mirada impresionada de Alan y Rose, que permanecían atados a las sillas del salón. Un silencio eterno se apoderó de la situación.
- Bianca y Max felices para siempre…
- No. No serán felices. No conseguirán llegar a Europa porque la policía estará de camino…
- Se acabó Alan, hazte la idea. No nos salvaremos. ¿Sabes? Nunca he llegado a amar a nadie como te amo a ti. Pero esto se ha acabado. Hoy o mañana, o no sé… nos quitarán de en medio.
- No pueden, Rose. No pueden matarnos. Les perjudicamos si lo hacen. La policía les busca a los cuatro y si nos matan y los capturan, los ejecutarán a pena de muerte. Y los sueños de Bianca se verán truncados. Así que les conviene mantenernos vivos.
- Entonces… ¿por qué no nos liberan?
- Conozco a mi hermana y pedirá un rescate por nosotros. Así conseguirán el dinero y se pirarán a Europa a rehacer sus vidas, como acabamos de oír…
- No puedo más, cariño…
- Aguanta, Rose.- dijo Alan con las lágrimas saltadas.- Ya queda poco para el final…
Carl permanecía en su habitación encerrado. Bianca intentó hablar con él, pero los sus dos intentos quedaron fallidos. Al tercero, consiguió que el chico le abriera la puerta.
- ¡DÉJAME EN PAZ, ZORRA!
- Carl, escúchame…
- ¡No quiero saber nada ni de ti ni de el desgraciado de Max! ¡PARA MÍ ESTAIS MUERTOS!
- Carl, ¡escúchame!- insistió Bianca agarrando al furioso Carl por el brazo.
- ¡NO ME TOQUES!- bramó Carl.- Yo te quería…yo te quería…
- Sé que es duro, pero no mando en el amor. Es mi corazón el que…
- ¡VETE DE AQUÍ! ¡OS MALDIGO A LOS DOS! ¡OJALÁ OS CAPTUREN Y OS CONDENEN A MUERTE!
Con el corazón fuera del pecho, Bianca cerró la puerta de la habitación de Carl y salió llorando. ¿Había hecho lo correcto?

El día en la Black Faith cada vez era más angustioso. Los planes no llegaban a la cabeza de Bianca y Max cada vez tenía más ganas de irse a Europa con su chica. Stephanie, por el contrario, era la única miembro de la Black Faith positiva hasta el momento. Estaba concienciada de que todo iba a salir bien. El reloj se hizo una rutina aterradora para los chicos, que no paraban de moverse y de pensar en un nuevo plan que acabara con todo esto. Rose y Alan sobrevivían gracias al poco pan que le daban y al agua que bebían sucia y helada del mugriento grifo. Sus ropas estaban desgastadas y desde que fueron secuestrados, no se habían dado una buena ducha. Así que olían mal y estaban sucios. Pero el amor puede con eso y mucho más, y su pasión y coraje les mantenían limpios en el alma.

La noche, que parecía que nunca iba a llegar, adornó el escondite de Giovanni y la Luna empezó a danzar sobre el cielo lleno de estrellas. Carl había permanecido todo el día encerrado en su habitación y no había salido ni para cenar. Llena de preocupación, Bianca intentó hablar con él por cuarta vez con un plato de comida y un vaso de agua. Tocó a la puerta pero nadie contestó. Volvió a tocar pero de nuevo no hubo respuesta. Llamó a Max. Éste probó a llamarlo nueve veces más y no hubo respuesta.
- ¿Se habrá quedado dormido?
- Se habría despertado con los golpes y las voces…
- Estoy empezando a preocuparme.
Con toda su fuerza, Max tiró la puerta abajo. Bianca se tiró al suelo llena de sorpresa y se llevó las manos a la cabeza. Algo había pasado en la habitación del chico. Algo grave y…trágico. 

martes, 14 de junio de 2011

El llanto del Atardecer. Capítulo 12: Luto de medianoche


Capítulo 12: LUTO DE MEDIANOCHE

La policía reaccionó rápidamente. Bianca soltó la pistola y dio voz de alarma por la Black Faith.
- ¡Salgamos por la puerta de atrás! ¡La policía está aquí!- bramó Bianca buscando la mirada de su compañero.- Max, ¡coge a Alan y a Rose y vámonos!
- ¡Bianca!- gritó Stephanie.- ¡Han cogido a Dan KK! ¿Dónde nos vamos? ¡Nuestro escondite está sentenciado!
- ¡Cállate, loca!- insistió Bianca.- A la muerte de Giovanni, sus queridos ‘amigos’ seguro que se irían para escapar de la policía. Vamos a su escondite, allí estaremos seguros.
- Recibido.- sentenció Max al salir por la puerta de atrás. Arrancó el coche y esperó a que los demás trajeran a los secuestrados. Cuando ya estaban todos, se marcharon del escondite de la Black Faith.
- ¡HELENA!- gritó Verónica al ver a su hermana muerta en el suelo. La sacudió, pero no hubo respuesta. Richard hizo lo mismo con Lily. Habían sido víctimas de otro asesinato de Bianca.
- Vamos a comisaría. Cercaremos el edificio y abriremos de nuevo el caso. Sus ocupantes se han ido.- comentó el agente.
- Hemos capturado a un miembro de esta organización criminal.- interrumpió otro policía.- Se hace llamar Dan KK.
El corazón de Verónica se encogió.
- Ojalá te pudras en la cárcel…- le dijo la chica a su enemigo.
- Hemos encontrado cocaína ahí dentro.- anunció otro agente.- ¡Entrad!

*

Mientras que la policía se encargaba de invadir el escondite de la Black Faith, Bianca y los demás llegaban al escondite del difunto Giovanni.
- Qué asco…- objetó Bianca bajándose del coche.- No sé cómo podían vivir aquí…
Una vez dentro, investigaron la zona.
- Está deshabitado.- afirmó Max.
- Una pregunta. ¿Qué hacemos con el dinero y la droga que había dentro de nuestro escondite?- preguntó Stephanie con un tono de voz melancólico.
- Sólo hay una solución…-susurró Bianca ante la mirada dolorida de sus enemigos: Alan y Rose.- Quemar la Black Faith…y que se muera con ella todo lo que hay dentro.
- Estarás de broma, ¿no?
- Hay que ser realistas. La policía la tiene vigilada. Ahora más que nunca, dependemos del presente.- aclaró Bianca, acariciándose el cuello.
Alan y Rose relajaron la mirada.
- Mañana por la noche quemaremos el escondite de la Black Faith y nos libraremos de estos dos.- sentenció Bianca.- Ahora, a dormir…

El día siguiente no comenzó demasiado bien para Richard y Verónica. Se encontraban en el cementerio, en el entierro de Lily, Ray y Helena. Verónica, con el alma destrozada, se abalanzó sobre la tumba de su hermana, llorando y llorando sin parar. El sacerdote se alejó después de dar la misa y los familiares permanecieron inmóviles. Miles de flores adornaban las tumbas de los chicos, que decoraban la sombra de un árbol.
- No se merecían este final…- se lamentó Richard.
- La mitad de las cosas que nos pasa, no las merecemos de ningún modo.- consoló Verónica.
- Bianca se debilita. Ya ha perdido a uno de sus desgraciados y su escondite. Solo falta el paso final.
Verónica acarició a Richard.
- Todo saldrá bien. Confía en mí.
- Gracias Verónica, eres una de las mejores personas que hay en el planeta…te lo digo de corazón.
- No se merecen, Richard. Tú también te has portado genial conmigo. Es lo menos que puedo hacer.
Sus miradas se cruzaron. Segundos después, se abrazaron llenos de dolor.

*

No es que sea la cárcel el lugar favorito de Dan KK. Siempre las ha odiado, desde pequeño. Desde que cometía sus primeros robos, odiaba estar detenido. Consideraba siempre que no había hecho nada malo. ‘Cosas mías’ decía siempre. Se levantó de su camilla después de echar la siesta y se dirigió al taller. Saludó a su compañero, pero la calma le duró poco.
- Vaya, vaya, mira quién es el nuevo…
Dan KK dio un paso para atrás.
- ¿Qué puñetas haces aquí?
- Pues un asesinato cruel y despiadado, ¿y tú?
- Comercio con la droga.
- ¡VEO QUE SIGUES SIENDO IGUAL DE DESGRACIADO!
Era Robin, antiguo amigo del chico. Cuando Dan KK todavía era Daniel y no conocía la Black Faith, se dedicaba a ligar entre las chicas de la ciudad cuando iba de fiesta. Pero una obsesión amorosa terminó con la vida de la hermana de Robin, Gaia. Desde entonces, ese negro recuerdo le ha dejado marcado en su mente todos estos años. Robin se acercó a Dan y lo miró de arriba abajo.
- ¿También me vas a matar a mí?
- Fue un accidente…
- ¡NADA DE ACCIDENTES! Mataste a mi hermana y juré vengarme. Más te vale escaparte si no quieres que te ofrezca una visita eterna al infierno, Ketkowen.
- No me amenaces.- concluyó Dan KK con tono agresivo. Segundos después, se alejó de su enemigo.
Esa misma medianoche, el silencio era el rey en la cárcel. Los policías se habían tomado un descanso y los pasillos de la primera planta estaban sin vigilancia. Robin salió sigilosamente de su habitación con dos de sus más fieles compañeros para quitarle la vida al asesino de su hermana Gaia. Con miradas hacia los lados para asegurarse de que no venía nadie, entraron en la celda del chico, con cuidado para no despertarlo. Robin se colocó cerca de la cama y cogió a Dan por el cuello, presionándolo con todas sus fuerzas. Éste abrió los ojos y vio las pupilas de su enemigo ardiendo en venganza. Eso fue lo último que vio antes de morir estrangulado. En ese mismo momento, el escondite de la Black Faith ardía en llamas y tragándose consigo a los policías que investigaban la zona y toda la droga y dinero que quedaba sin retirar.

lunes, 13 de junio de 2011

El llanto del Atardecer. Capítulo 11: Un infierno paralelo


Capítulo 11: UN INFIERNO PARALELO

-¡No!- gritó una voz a las espaldas de Bianca. La cara de la chica se volvió blanca. Soltó las manos del cuello de su víctima y se giró hacia el lado de dónde procedía la voz.
- Alan…- vocalizó Bianca con un suave tono de voz, que expresaba melancolía y a la vez, rabia.
- Deja a Rose si no quieres que acabe contigo para siempre.- amenazó el chico con un fuerte torrente de voz.
Alan se acercó a su esposa y le acarició la cara. Pero el momento dulce no duró mucho. Stephanie apareció detrás del chaval y le golpeó con una botella de whisky. Cayó al suelo fulminado por el golpe y con manchas de sangre. Rose empezó a gritar como una loca ante la fría mirada de satisfacción de Bianca.
- Ahora tenemos dos corderitos para divertirnos…buen trabajo Steph.- felicitó Bianca al tiempo que cogía con ayuda de Carl y Max el cuerpo inconsciente de su ‘hermano’.
- ¡Y tu, Rose, cierra la boca! ¡No más voces! Ahora…pensaremos lo que haremos con vosotros. Mañana nos veremos de nuevo las caras.- adelantó Bianca mientras terminaba de colocar a Alan desmayado sobre la pared y al lado de su esposa, asustada y dolorida. Acto seguido, los cuatro traficantes subieron las escaleras del sótano y se fueron pegando un fuerte portazo que retumbó en toda la sala. La oscuridad se hacía eterna. Ni había comida ni había bebida. Rose se sentía más sola que nunca. Miró a su alrededor y además de ver el cuerpo sin conocimiento de su marido, vio los viejos trastos y las cajas de madera llenas de cocaína que había en la habitación. Intentó dormirse pero no pudo, y permaneció despierta hasta dos horas más tarde, entre oscuridad y miedo.

El Sol entraba por las rejillas de la pequeña ventana del sótano. Eran las seis de la mañana. Rose abrió los ojos y se frotó la cara con la cuerda con la que estaba atada. Alan ya estaba despierto.
- Te golpearon con una botella al intentar salvarme…
- Malditos asquerosos…nos matarán al mediodía y nos dejarán tirados en la carretera…
- ¿Qué podemos hacer? Aquí no hay forma de salir…
- Quizás vengan a rescatarnos Richard y los demás. Les mandaré un mensaje al móvil…
Alan encendió su móvil y buscó en la lista de contactos a su amigo Richard. Escribió el mensaje.
- ¡Se me acabó el saldo! Hay que j…
- ¡Espera!- gritó Rose.- Yo si tengo, suerte que no lo gasté el otro día…Le mandaré un mensaje a Lily para que avise a la policía.
- Perfecto. Date prisa. Estamos en peligro…
Los dedos de Rose corrían a más no poder al escribir el mensaje. En poco más de cuatro segundos estaba enviado a su destinatario.
Lily, soy yo, Rose. Estoy con Alan en la Black Faith. Bianca nos ha secuestrado y no hay manera de salir de aquí. Date prisa. Avisa a la policía y venid a sacarnos de este infierno.’
El silencio acompañó a los chicos mientras esperaban respuesta de su amiga. De pronto, la puerta del sótano se abrió y Bianca entró a la sala. Bajó las escaleras y se paró delante de los chicos.
- Esta noche, os mataré. Acabaremos pronto y os echaremos a las vías del tren para que cuando venga os remate y destroce vuestros cuerpos.
- ¡No puedes hacer eso! ¡Somos familia!
- ¡Qué importa la familia cuando es el rencor, la maldad y la rabia lo que me acompaña!
- Bianca, en qué te has convertido…
- Después de esto, me iré a Europa con Max con el dinero que he ganado de la droga y reharé mi vida, dejando mi pasado atrás.
Una bofetada marcó la cara de Rose, que sollozó en silencio.
- ¡MALNACIDA!- gritó Alan. Bianca dio un paso adelante y le dio al chico una patada en el estómago. Se burló de ellos y se fue por donde había venido. Para su sorpresa, Carl le estaba esperando al cerrar la puerta.
- ¿Con qué te vas a ir a Europa con Max? ¿Y conmigo, qué?
- Aún estoy confusa…Carl…os quiero a los dos.
- ¿A los dos? ¡No soportaré compartirte con nadie, me oyes! Si no te decides, no tendremos más remedio que decidir nosotros. Adiós Bianca.- se despidió el chico, enfadado. Bianca siguió su camino a través del oscuro pasillo de la Black Faith. Mientras, Rose recibió la respuesta de Lily a su mensaje.
‘Iremos allí en cuanto avisemos a la policía. No os preocupéis, esto está a punto de acabar.’
- Espero que lleguen pronto. Aquí huele a muerto…- se quejó Alan.
- No te preocupes, Alan. Nuestro amor nos mantendrá fuertes.- dijo Rose con un tono de voz dulce. Besó a su chico.

*

La noche cayó sobre la ciudad. Lily y Helena se dirigían al escondite de la Black Faith para poner fin al juego de Bianca. Iban solas.
- ¿Estás segura de que la policía está escondida?- preguntó Helena.
- Sí. Es para no levantar sospechas.- afirmó Lily.
Las dos caminaban inseguras. Un rayo de valentía alumbraba a las dos siluetas que se acercaban a la gran casa. Richard y Verónica permanecían escondidos junto a la policía. La trampa para Bianca parecía salir bien. Lily se precipitó y tocó a la puerta. Dan KK, que vigilaba la puerta del escondite, soltó el cigarrillo. Miró por la mirilla y al ver a dos chicas tan guapas, abrió.
- Vaya…vaya… ¿qué hacen dos preciosidades como vosotras deambulando por las oscuras afueras de Washington D.C?
- Verás, guapo. Unos matones nos perseguían por la carretera y necesitamos que alguien nos defienda.- mintió Lily haciéndose pasar por una mujer de compañía.
- ¡Claro que sí, preciosas! ¿Dónde están esos desgraciados?
- Detrás de aquellos matorrales.- mintió Helena.
Dan KK se precipitó a adentrarse en las grandes hierbas que adornaban los alrededores de la Black Faith, cuando cinco agentes de policía saltaron de su escondite y lo apresaron.
- ¡Quieto, policía!
- ¡Desgraciadas, me habéis engañado!- bramó el chico mientras le ponían las esposas.
Lily y Helena entraron corriendo a la gran casa. Una vez dentro, Bianca chafó sus planes al apuntarles con una pistola.
- Bi…anca…- tartamudeó Helena.
- Vaya, Helena…cuanto tiempo. ¿Vienes a morir?
- Baja el arma, somos amigas de toda la vida…
- La palabra ‘amiga’ no viene en mi diccionario.- rio Bianca amenazando más y más a las chicas.
- ¡Basta de matar a más gente!- gritó Lily corriendo hacia la asesina.
- ¡NI UN PASO MÁS O DISPARO!- bramó Bianca con los ojos casi fuera de las órbitas.
Un grito de Helena selló la muerte de Lily, que murió en el acto ante el sonido agonizante de la pistola de Bianca. La sangre que brotaba del corazón de Lily sentenció el final de Helena, que también recibió la bala decisiva de Bianca. 

sábado, 11 de junio de 2011

El llanto del Atardecer. Capítulo 10: Espinas en el corazón


Capítulo 10: ESPINAS EN EL CORAZÓN

En casa de Alan y Rose, todo eran tensiones y problemas exteriores a ellos. La luna de miel estaba suspendida y Rose estaba a punto de irse a la Black Faith a fingir ‘unirse’ a su hermana Bianca.
- Las cosas se van a complicar, Rose…no te puedes ir…
- Alan, ¿te acuerdas de aquel día en el que nos llevaron a la iglesia?
- Sí…
- No sé como adivinaron Bianca y los suyos dónde vivimos. A lo mejor nos perseguían. Lo que sé es que llegaron aquí y nos aporrearon la puerta. Lo siguiente que nos golpearon fue la cabeza cuando les abrimos. Acto seguido, no me acuerdo de nada más… ¡Me quieren a mí, Alan! ¡Me quieren a mí, no a ti! Y no voy a permitir que te hagan más daño por mi culpa.
 - Me da igual sufrir…
- ¿Qué te da igual sufrir?
- Si es por ti, hago lo que sea…
Rose se acercó a su marido y le besó dulcemente. Su tono de voz cambió.
- Alan, entiéndelo. Sé defenderme bien y protegerme. Esto acabará con nuestros problemas y seremos felices…
- ¿Pero y si falla?
La chica se quedó callada. Acto seguido, se fue a la habitación de ambos. La maleta estaba en lo alto de la cama.
- Rose…
- Volveré Alan. Juro que volveré con la verdad. Y entonces, todo habrá acabado.
- Ten cuidado, por favor. Ten mucho cuidado. No soportaría que te pasara algo…
Rose terminó de coger sus cosas y lanzó una última mirada a Alan de amor antes de salir por la puerta. El suave portazo de la chica sentenció el futuro de Alan, que se encontraba de rodillas llorando sin parar.

*

No sólo en casa de Alan se vivían tensiones. También se observaban en el escondite de la Black Faith. Bianca miraba por la ventana las lejanas nubes que anunciaban la llegada del otoño. De pronto, Max se acercó a ella y la besó en los labios.
- Buenos días, Bianca. ¿Qué tal el día?
- Malo. Me duele la cabeza y no paro de vomitar. Aunque ya parece que estoy mejor…
- ¿Quieres que salga a la farmacia a por algo?
- No hace falta, Max. Ya he ido yo.- dijo Carl apareciendo a las espaldas del chico.
- ¿Pero a ti quién te ha mandado ir a por medicinas para ella? Yo soy su pareja y es mi obligación.
- ¡Qué pena das! ¿Aún no sabes que estamos saliendo? ¡Contigo acabó todo hace tiempo!
Bianca fue invadida por los nervios y explotó.
- ¡CALLAROS! ¡YO NO TENGO PAREJA!
Max y Carl se acercaron aún más a la chica.
- ¿Entonces has estado zorreando con los dos todo este tiempo? Bonita, tú estás mal de la cabeza…
- Sé que tengo que elegir a uno de vosotros. Pero todavía no sé con quién quiero compartir mi vida, si contigo Carl, o Max.
- Pues tiempo es lo que no tenemos. Nunca estamos a salvo. Siempre nos pueden pillar.- aclaró Max soltando un suspiro.
En ese momento, la puerta sonó. Bianca miró por la ventana y vio que era Rose, que tocaba a la puerta con el rostro pálido. Fue a abrirle y acto seguido, reinó el silencio entre las dos hermanas.
- Menuda sorpresa, hermanita. A estas alturas, ya lo sabrás todo.
- Hola…Bianca…
- 3 años sin verte se me hacen eternos…bueno, eres tú la que no me has visto a mí.- se burló Bianca.
- He venido a hablar contigo.
Bianca empujó a su hermana hacia dentro del edificio y le dio una bofetada. Max y Car la cogieron por los brazos y Bianca dio orden de bajarla al sótano atada de manos y pies. Los chicos hicieron lo que su líder les pidió. Rose fue atada de manos y de pies y llevada al sótano. Bianca bajó las escaleras de la oscura sala en silencio. Su hermana permanecía en un rincón tirada.
- Por fin eres mía…zorra.
- Bianca, por favor, si voy a morir, quiero hacerte antes una pregunta.
- No hay tiempo para preguntas.- dijo Bianca tocándose las manos.- Te mataré aquí y ahora, ¡y con mis propias manos!
- A lo mejor tiene información interesante…- interrumpió Max.
- ¡Habla!- bramó la malvada chica.
- ¿Por qué fuiste adoptada?
El silencio conquistó la escena. Los ojos de Bianca se llenaron de lágrimas y cayó al suelo de rodillas. Max y Carl se quedaron petrificados. Dos minutos después, un arrebato hizo que Bianca cogiera con su mano izquierda el cuello de Rose, apretándolo sin parar.
- ¿SABES POR QUÉ? ¿SABES POR QUÉ? ¡PORQUE ERA UN AVE DE MAL AGÜERO! DABA MALA SUERTE A LA FAMILIA Y POR ESO ME DIERON EN ADOPCIÓN.- rió Bianca con ganas de llorar.- YO ERA PEQUEÑA, Y DESDE QUE NACÍ, SOLO PASABAN DESGRACIAS EN CASA DE LOS DOYLE. ¡POR ESO ME DIERON EN ADOPCIÓN! PERO QUE MÁS TE DA, ZORRA, SI YA HA LLEGADO TU FIN
- Escúchame Bianca…yo todavía tengo un rayo de esperanza.- vocalizó Rose ante la presión en su cuello.- Tienes la oportunidad de dejar todo esto y empezar de cero.
- La única cosa que me ha importó en esta vida fue Steve…y ahora está muerto. ¡No tengo nada que perder si me atrapan!
- Hazlo por mí, sé que todavía me quieres. Soy tu hermana. ¡Soy tu hermana! Tenemos la misma sangre.
- ¡Basta de piedades! ¡Te mataré a ti y al malnacido de tu marido!
- Mi muerte te traerá desgracias a ti y a los tuyos. ¡Créeme!
- TE DIJE QUE NO TENGO NADA QUE PERDER.- dijo su hermana elevando el tono de voz.- Lo que más deseo es acabar contigo. ¡POR FIN HA LLEGADO EL MOMENTO! ¡MUERE!