Capítulo 12
Los siguientes días fueron terribles para Alan. Por más que Amanda intentaba saber lo que le pasaba, no pudo sacarle nada. Se estaba empezando a preocupar. Los amigos del chico lo notaban cambiado y cada vez que salía con ellos, estaba triste. Una noche, Richard lo cogió del brazo y lo miró fijamente. El grupo se había reunido en un parque cercano a casa de Rose y casi no se podían mirar a la cara porque estaba todo muy oscuro.
- Chicos, necesito hablar con Alan. Nos iremos un momento a ese banco de ahí…
- Si hay algo en lo que pueda ayudar…-dijo Verónica sonriéndole a Alan…
- Gracias…-dijo Alan sollozando.
El chico y su amigo se sentaron en el banco, que estaba un poco sucio del viento que sopló durante la mañana.
- Mira Alan…no sé lo que te pasa…pero te quiero ayudar. Eres mi mejor amigo, ¿sabes?, y me duele verte de esta manera tan…
- Se acabó todo, Richard.
- ¿Qué…se acabó?
- SÍ, SE ACABÓ…- dijo Alan llorando.
- ¿Te refieres a la chica del hospital? ¿Rose? Hace tiempo que no la veo…
- Hemos discutido mucho y estas últimas semanas…no nos aguantábamos...
- Es normal en dos amigos, chaval. Seguro que hablando las cosas lo arregláis.
- Richard…no es sólo una simple amistad. Estoy enamorado de ella.
Estoy enamorado de Rose, estoy enamorado…
- Basta Alan. No lo sabía…
- ¿Te lo puedes creer? Hace un mes iba todo tan bien…todo tan perfecto. No me dio ni una explicación. Bueno sí, que ella sabe arreglarse los problemas por sí sola. Me dio una bofetada…
- Pero, ¿cómo empezó todo?- dijo Richard conservando la esperanza.
- Hace unos días le pregunté por su estado de ánimo. La notaba rara, como si ocultara algo que no me quisiera decir. Se enfadó conmigo porque le molestó. Empezamos a gritar y a discutir. Después, me dio una bofetada en la cara y…se marchó.
- ¿Aún no te has dado cuenta?
- ¿De…qué?
Richard aclaró la voz.
- ROSE GUARDA ALGO. NO SE HA ENFADADO ASÍ POR ASÍ CONTIGO. SEGURO QUE TE ADORA.
- Mi corazón está destrozado…esto no es normal.
- Hazme caso, Alan, habla con ella.- dijo Richard insistiendo.- La esperanza es lo último que se pierde, y esta vez, ¡tengo razón!
*
Bianca descansaba en el sofá de Steve, como siempre. Éste se estaba vistiendo. Una vez más, la cama había sido el escenario de las fantasías de los dos. De pronto, alguien llamó a la puerta. Bianca soltó el vodka en la mesa y fue a abrir.
- Vaya, ¿quién eres?
- Hola…¿casa de Steve?
Era un chico mayor que Steve y muy parecido a él.
- Sí, pasa.- Bianca quedó prendada de la mirada del chico misterioso.
Se sentó en el sofá junto a ella y esperó a que Steve saliese de su habitación. Cuando Steve pisó el salón y vio al chaval, sus ojos se llenaron de lágrimas.
- ¡POR FIN LLEGASTE! ¡CUÁNTO TIEMPO, HERMANITO!
- Déjate de tonterías y dame un cigarrillo…
Bianca se apresuró a dárselo.
- Bianca, te presento a mi hermano, Max.
- Encantada, soy Bianca.
Max y la chica se dieron dos besos.
- Él nos ayudará a acabar con Rose. Conducirá hasta la costa este de Washington DC, dónde morirá.
- Perfecto. Tengo muchas ganas.
- Mañana iremos a casa de esa zorra y la secuestraremos. Pediremos un rescate por ella.
- ¿Quién será el que suelte la pasta?
- El destrozado corazoncito de ALAN JONES.
- A veces me sorprende tu maldad, Steve…- dijo Bianca riéndose.
- Estaré preparado con el coche mañana por la tarde. No nos llevará mucho llegar al este de la capital. Un par de horas en total.- dijo Max tocándose el pelo.
- Dejaremos una carta en tu casa, Bianca. Cuando Alan la vea, no tendrá más remedio que ir a donde nosotros estemos con Rose. Así, nos llevamos el dinero y acabamos con la chica, dejando que Alan llore desconsoladamente a sus pies.- Steve parecía tenerlo todo controlado.
- ¿Y si descubren quiénes somos?
- ¡Actuaremos discretos y rápidos. Todo saldrá bien!- exclamó Steve.
- Entendido.
- Aprovecha de tus últimas horas, Rose…- dijo Steve esbozando una maliciosa sonrisa.
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