domingo, 8 de mayo de 2011

El llanto del Atardecer. Capítulo 2: Perjudicial


Capítulo 2: PERJUDICIAL

Stephanie, chica bella y atractiva, descansaba en un banco del parque al lado del centro de la ciudad. Observaba el paisaje tranquilamente a la vez que le leía un libro llamado ‘Sombras en la oscuridad y otras historias’. Ray, que pasaba por allí para ir a trabajar aún con resaca de la noche anterior en el banquete de la boda, le llamó la atención ver a Stephanie leer el libro.
- ¿Conoces al autor del libro?- dijo Ray acercándose a la chica.
- Sí, es un autor bastante bueno. Su especialidad es la novela de misterio y suspense.
Ray se sentó a su lado.
- Me encanta ese hombre. Tengo todos sus libros. Por cierto, me llamo Ray.
- Encantada…yo soy…Brenda.- mintió la chica.
La mirada de la chica se volvió fría. Sus ojos advirtieron a Ray que no agradaba su presencia pero éste estaba demasiado ocupado contemplando su belleza.
- Debo marcharme, Ray.
- ¿Te vas? Si quieres puedo invitarte a un café y hablamos del autor del libro.- dijo Ray tan distraído que no se acordaba de que tenía que ir a trabajar.
- Gracias, pero no. Tengo… cosas que hacer.
- ¿Nos volveremos a ver, Brenda? ¡Toma mi número de teléfono, para cuando quieras hablar de libros! Disponible las veinticuatro horas.
- Seguro que nos volvemos a ver…gracias y adiós.- se despidió Stephanie.
Se alejó entre los arbustos mientras Ray se levantaba del banco y se iba. La chica caminó algunos pasos y después sus pies se pararon. Una sombra apareció entre las hierbas.
- Bien hecho, Stephanie. Ni se ha inmutado.
- Suelo manejar bastante bien los sentimientos de la gente.
- Ya sabes que debemos vengarnos de la muerte de Steve mediante la eliminación de todas las personas cercanas a Rose.
Stephanie sonrió.
- Yo me encargo de éste…no te preocupes…
- Bien, volvamos a la Black Faith.
- Entendido…Bianca.
La Black Faith Home era una gran casa escondida a las afueras de Washington D.C. Allí vivían los miembros de la Black Faith: Bianca, Max, Carl, Stephanie, Dan KK y Andrés.
- Giovanni y yo hemos quedado esta tarde.- dijo Carl sentándose en una silla vieja.
- Vaya, ¿de nuevo?- preguntó Andrés.
- Esta vez es una gran cantidad de dinero. Ni se imagina lo feliz que lo voy a hacer con esta maravilla.- susurró en voz baja el chico cogiendo una pequeña bolsa de droga.
- ¿Sabes, Carl?- dijo Bianca mirándolo con cara de asco.- Tendré que ir contigo…
Max intervino.
- ¿Qué vas con él? ¿Y qué hay de nuestra cena?
- Es verdad, nuestra cena. Te prometí que cenaríamos esta noche…
- Llegará a tiempo para eso.- interrumpió Carl sonriendo.- Giovanni siempre es breve, y yo…también.
- Tened cuidado con la policía.- dijo Stephanie mordiéndose el labio.

*

Mientras Carl y Bianca se disponían a vender droga al traficante más famoso de Washington D.C, Rose y Alan preparaban la maleta para irse de luna de miel a París. Una vez casados y felices, querían pasar mucho tiempo juntos y su corazón recibía cada vez más amor.
- Rose, hace tiempo que no sabemos nada de Bianca…concretamente más de 3 años…
- La verdad es que me gustaría saber por dónde anda. Es capaz de cualquier cosa con tal de vengarse por la muerte de Steve.
- Creo que fue un duro golpe para ella…
- Cuando estás enamorado de alguien y ese alguien muere, se te viene el mundo encima.
- Menos mal que la persona de mis sueños no está muerto, sino aquí y conmigo, a mi lado, amándome.
- Creo que conozco a esa persona, Alan…
Los dos chicos se besaron. Cerraron la maleta y se tumbaron encima de la cama.
- ¿Te acuerdas? Aquella noche, silenciosa, preciosa, bonita, hermosa. Aquella noche en aquella playa tan tranquila, tan magnífica, nos entregamos uno al otro. Nuestros cuerpos fueron solo uno y disfrutamos de nuestro amor hasta el amanecer. ¿Por qué se tenía que acabar esa noche, esa noche tan mágica y llena de amor? Quizás para los dos se hubiera hecho corto pero a la vez fue eterno. La arena nos rozaba la piel y la espuma del agua nos acompañaba en aquella escena. Los pájaros del alba anunciaban el amanecer, un alba lleno de dulzura y pasión al borde del mar donde nuestro amor triunfó sobre La Tierra.
- Sí, me acuerdo como si fuera ayer. Confié plenamente en ti y pude disfrutar de nuestro amor. Prometo ser una buena compañera hasta el día en que me muera, Alan. Prometo ser el mejor regalo que te haya dado el destino. Estoy contigo hasta el final.
- Nunca llegará el final.
- ¿Por qué?
- Porque lo nuestro es eterno, amor eterno.

*

Ray volvía de trabajar por la tarde cuando, en el mismo lugar, se encontró a Stephanie. Ésta vez no leía un libro, sino que contemplaba el paisaje mirando los pájaros que cantaban en las ramas de los árboles. El chico se acercó tímidamente.
- Hola Brenda, que alegría volver a verte…
- Vaya, hola Ray. Mira esos pájaros.
Ray desvió la mirada hacia la rama del árbol donde había un nido pequeño y un colorido pájaro estaba alimentando a sus crías.
- Esos pájaros son como la vida…- dijo Stephanie levantándose del banco.
- ¿Cómo la vida? No entiendo…
- Bonitos. Son bonitos.
- A veces la vida no es bella, como dices…
- ¿Y por qué no hacerla siempre bella? No lo hacemos porque no queremos.
- Desgracias, sufrimientos, accidentes…- Ray se encogió de hombros.
- Bah.- se burló Stephanie.- Son cosas que podemos evitar. Todo es posible menos la muerte.
- La muerte es la cosa más terrible del mundo…
- Te equivocas, Ray. Lo más terrible del mundo es lo perjudicial para ti. Cada persona es un mundo y lo más horripilante que te puedes encontrar es lo que te haga mal a ti.- Stephanie continuó.- Cuando mueras no sentirás nada de horror. Sin embargo, si te pasa algo malo, sufrirás las consecuencias. Ten cuidado, chico.
La chica le guiñó un ojo.
- No dejes que nadie te perjudique. Así, podrás tener una vida bella y sin desgracias. Créeme.
Sin dejando tiempo a responder a Ray, Stephanie echó a andar rápidamente y dejó al chico pensando sobre lo que le había dicho.
<<Es una chica interesante. >> pensó. 

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